De 50 migrantes africanos albergados en la Casa y Comedor del Migrante a principio de mes, hoy sólo quedan menos de 12, confirmó Carlos Pérez, encargado del lugar.
La mayoría decidió cruzar el Río Bravo y pedir asilo político. “Se van unos y llegan otros. A veces la Casa está llena, pero luego se llena de silencio”, indicó.
Pero no son solo africanos, sino migrantes de Honduras, El Salvador, Guatemala y Venezuela.
Un grupo de al menos 17 africanos y unos hondureños decidieron arriesgarse y llegar a Estados Unidos, apenas la semana pasada.
La mayoría esperaba turno para una entrevista formal de asilo político.
Sin embargo, se enteraron que estaban detenidas las entrevistas con Aduana y Protección.
Y que el Instituto Nacional de Migración y la Policía Federal están realizando rondines de vigilancia bajo los puentes, y arrestándolos.
La casa de dos pisos ubicada en la calle Colón, a media cuadra del Gimnasio Municipal “Beto Estrada”, está a cuatro calles del Río Bravo.
Ese lugar era utilizado por la Iglesia Católica para la formación de laicos.
Ahora es un comedor donde se proporcionan almuerzos y comidas, pero también sirve de albergue.
Pérez dice que llegaron a servirse hasta 100 almuerzos diarios.
En mayo el Padre Pepe impartía una misa de gracias por los alimentos y su seguridad.
Este lunes la Casa estaba casi vacía.
Cuatro pequeños de África descansaban cómodamente en un sillón, dos de ellos jugaban con sus celulares, bajo la mirada de una mujer hondureña.
Sus padres venden pulseras y collares en Plaza Fiesta Merco, mientras los hombres lavan carros.
Antes había hasta ocho africanos; este lunes solo se observaron a dos.
Vacía luce la Casa del Migrante ubicada en la calle Colón.