En la Catedral Mártires de Cristo Rey se celebró ayer la Fiesta de la Divina Misericordia como cada primer domingo tras la Pascua, donde se pide a los fieles tener fe, aun sin ver, porque es lo que da la paz en las adversidades.
“Este domingo lo primero es que Jesús nos da la paz, interior y exterior, con la bienaventuranza; dichoso aquel que cree sin ver”, dijo el sacerdote del templo, José Guadalupe Valdés Alvarado, durante el sermón.
Recordó que, tras la primera semana de Pascua, se presentan las diversas apariciones de Jesucristo, que va al encuentro de los suyos, ya que el viernes pasado de crucifixión fue muy duro para ello y muchos se deprimieron y desanimaron.
Fue cuando invitó a Tomas a tocar sus heridas de la crucifixión, ya que no creía de las apariciones de Jesús resucitado. “Es un gesto de misericordia de Jesús porque aparece, representa el gran amor que sale a nuestro encuentro y da una oportunidad”.
Así se fortaleció la fe para cumplir la misión que encomendó: ir por todo el mundo a anunciar que Jesucristo ha resucitado, “…todos los dones ya están en el equipaje y dará la fuerza necesaria para vivir a plenitud cada día”, concluyó.