Cd. de México.- A la región carbonífera de Coahuila le plantearon migrar de una economía basada en ese mineral a energías renovables y lograrlo en sólo 8 años.
Pero para avanzar hacia la descarbonización, diversos organismos y universidades le plantearon retos y soluciones.
A través del estudio Del Carbón a las Renovables: Análisis Económico para la Transición Eléctrica en México, se planteó un retiro gradual, pero ambicioso, de las tres carboeléctricas que operan en México de 2022 hasta 2029.
Este análisis fue desarrollado por la Universidad Autónoma de Coahuila, UK Pact (Partnering for Accelerated Climate Transitions), el Centro de Investigaciones Socioeconómicas (CISE) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
Para 2022 se propone el cierre de la central Río Escondido, la cual cumplirá con su ciclo de vida que es de 40 años; para 2023 se contempla la salida gradual de las siete unidades de generación en Petacalco, una por año; y para 2029 concluir con el proceso de cierre de la central Carbón ll.
La estrategia anterior implicaría riesgos económicos, principalmente para la región carbonífera y el norte de Coahuila que es donde se concentran dichas actividades, además de la pérdida de 12 mil 565 empleos a nivel nacional, pero para lograr una reestructuración económica se proponen cinco estrategias.
Impulsar el desarrollo de energías renovables y sus cadenas productivas; la creación del Clúster del Carbón que permita innovaciones productivas con la industria y la diversificación de los mercados; diversificar la estructura productiva de la zona; crear un programa para el desarrollo de proveedores de las empresas anclas en el noreste de Estado y promover la agricultura altamente tecnificada.
Al respecto, Ninel Escobar, subdirectora de cambio climático de WWF, explicó que existen las condiciones para que la región migre a otras actividades más sanas y menos riesgosas que no sea la minería de carbón, siempre y cuando exista voluntad política.
“Técnicamente y económicamente es posible este cambio en un corto plazo, pero lo que se necesita es voluntad política para hacerlo. En México ya habíamos firmado, en la Administración pasada, dos acuerdos internacionales que apuntaban al retiro de centrales de carbón dado que es una agenda internacional y una tendencia global”, señaló.
Luli Pesqueira, coordinadora de vinculación corporativa en WWF México, explicó que en la región carbonífera existe toda una entidad cultural con relación a dicho mineral, dado que por generaciones se han dedicado a la actividad, por lo que es entendible la complejidad del cambio.
“La identidad de vida de muchas personas está ligada a esta industria y a su ingreso económico. El 8 por ciento de la generación eléctrica en México se hizo con carbón, pero no por ser un porcentaje pequeño son menos importantes.
“Tenemos tres centrales (una en Guerrero) que tiene una vida útil específica y debemos plantear el cierre en un periodo razonable, e ir planeando nuevas oportunidades, nuevas industrias, nuevas ocupaciones y todo lo que implica; una reestructuración económica de la región carbonífera donde hay un programa para fortalecer a otras industrias que ya están ahí que tienen potencial y algo más atractivo que lo que tienen ahora”, apuntó.
