ARTEAGA, COAHUILA.- Aunque las autoridades educativas han reforzado las medidas para prohibir la venta de comida chatarra dentro de los planteles escolares, la realidad al exterior de la escuela primaria Jesús Valdés Sánchez, en la cabecera municipal de Arteaga, revela una situación distinta.
Cada tarde, al concluir la jornada escolar, es común ver a decenas de padres de familia esperando a sus hijos.
Minutos después, muchos de ellos se dirigen a los puestos ambulantes ubicados a escasos metros de la entrada del plantel.
Papas fritas con salsa, elotes, churros, algodones de azúcar, refrescos y otras golosinas forman parte del menú habitual que consumen niñas y niños, en evidente contraste con las políticas de alimentación saludable promovidas en la escuela.
La Secretaría de Educación ha establecido como prioridad la promoción de estilos de vida saludables en las escuelas públicas, prohibiendo la venta de productos ultraprocesados en los planteles y fomentando opciones como frutas, verduras y agua natural.
Sin embargo, el esfuerzo institucional se ve limitado por las prácticas cotidianas de los propios padres, quienes acceden a los antojos de sus hijos sin considerar los efectos negativos para su salud.
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Se aglomera la gente para la compra de comida chatarra.
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La venta de comida chatarra está a escaso pasos de la escuela.
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