El nombre de Ignacio Aldama está inscrito con letras de oro en la Cámara de Diputados y fue asesinado en Monclova. Fue un abogado nacido en San Miguel el Grande, en Guanajuato. Pertenecía a una acomodada familia de hacendados, conformada por nueve hermanos, entre ellos Juan Aldama. A pesar de haberse graduado en leyes, Ignacio acumuló su fortuna trabajando como agricultor y comerciante. Posteriormente se unió al movimiento insurgente liderado por Miguel Hidalgo y Costilla.
Durante su participación en el movimiento insurgente que dio inicio a la guerra de Independencia de México, Ignacio Aldama se desempeñó como asesor jurídico, legal y político de Miguel Hidalgo y Costilla. Asimismo fue alcalde de San Miguel y representante ante el gobierno de los Estados Unidos. De igual forma contribuyó a la causa con el suministro de alimentos a las tropas.
Su hermano, el entonces capitán Juan Aldama, era uno de los miembros de la Conspiración de Querétaro que planificó un levantamiento armado en pro de la Independencia. El 16 de septiembre de 1810, estalló la lucha armada que dio inicio a la guerra de Independencia mexicana, en ese momento Ignacio Aldama se encontraba en Aculco; regresó a San Miguel el Grande, para recibir a Miguel Hidalgo y Costilla junto al Ejército Insurgente, y seguidamente organizar el primer gobierno insurgente. Ignacio Aldama firmó como alcalde de San Miguel un acuerdo en el que reconocía el liderazgo de Hidalgo en el movimiento insurgente, el 24 de septiembre de 1810.
Acatita de Baján
Con los acontecimientos que se dieron y que culminaron con la aprehensión de los Insurgentes en Baján el 21 de marzo de 1811, previo a estos eventos, en Béjar (San Antonio Texas), el subdiácono José Manuel Zambrano había iniciado una contrarrevolución allá, procediendo a la detención del Lic. Ignacio Aldama y el presbítero Juan de Salazar, que habían sido enviados por Allende a los Estados Unidos para adquirir armamento que utilizarían para la causa independentista.
Aldama fue trasladado a Monclova en calidad de prisionero para enfrentarse con su destino, es decir, ser juzgado y posteriormente ejecutado. El día de su arribo a nuestra ciudad, necesariamente transitó por la Alameda que estaba muy concurrida con paseantes y a quienes les llamó mucho la atención la forma tan “extraña” de cabalgar, de los reos que trasladaban.
La causa siguió su curso de pura formalidad, su suerte de Aldama ya estaba echada de antemano con su sentencia de muerte, designándose el lugar, la hora y el día 20 de junio de 1811. Su ejecución se llevó a cabo en la plaza que da al frente del Hospital Real (actual Museo Coahuila y Texas) y que ahora lleva su nombre “Plaza de Aldama”. El día previo a su fusilamiento, Ignacio Aldama estando en capilla, escribió un manifiesto de arrepentimiento por sus “errores y delitos”, entre lo que se destaca lo siguiente:
“En el trance de la muerte en que me hallo, suplico a todos cuantos por mi causa, directa o indirectamente hubieren recibido algún perjuicio espiritual o temporal, les pido me perdonen, por amor a Dios....”
Se incluye una imagen de la “Cédula de sepultura” de Ignacio Aldama Agradecimientos especiales al Archivo Histórico Municipal de Monclova y al cronista de la ciudad Arnoldo Bermea.
