Felícitas “N” y su perfil criminal son dignas de una historia de terror, porque nadie pudo imaginar tanta crueldad y sadismo, que decidió materializar en contra de niños.
“La Trituradora de angelitos”, “la Ogresa de la Col. Roma” o “La Espanta-cigüeñas”, son algunos de los apodos que le pusieron luego de que se hiciera pública su historia.
Como la mayoría de los casos de asesinos, Felícitas era una mujer con gran inteligencia; era enfermera de profesión, vivía en un departamento de la colonia Roma en un entonces Distrito Federal de la década de 1930.
Con Carlos “N” engendró a 2 gemelas, sus primeras hijas; a pesar de ser enfermera no podía solventar los gastos de tener a las niñas y decidieron venderlas. Para solventar sus gastos, la enfermera estableció su propio negocio de atender partos.
Empezó a realizar abortos y los eventos extraños empezaron a levantaba sospechas, aunado a que las tuberías del drenaje se tapaban con frecuencia y de su departamento salía un humo negro con aroma desagradable.
Llegó a quedarse con algunos recién nacidos, pues como con sus hijas podían venderse; a los bebés les propinaba baños de agua helada, dormían en el piso: cuando llegaba la hora de comer les daba carne y leche podrida o echada a perder.
