El tsunami más devastador de la historia ocurrió el 26 de diciembre de 2004, cuando un terremoto de magnitud 9.1 frente a la costa de Sumatra (Indonesia) generó olas superiores a 30 metros, cobrándose cerca de 230 000 vidas en al menos 14 países del océano Índico. El desastre también dejó millones de personas desplazadas y pérdidas económicas astronómicas, entre 10 mil y 13 mil millones de dólares.
¿Por qué fue tan mortal?
La falta de un sistema de alerta temprana efectivo en la región, sumada a la alta densidad poblacional costera, provocó que muchas comunidades no tuvieran tiempo de evacuar. El tsunami avanzó a la velocidad de un avión y arrasó zonas habitadas varias millas tierra adentro.
Otros tsunamis históricos destacados
Tohoku, Japón (11 de marzo de 2011): generado por un sismo de magnitud 9.0–9.1, dejó unos 18 500 muertos, olas de hasta 40 metros y desencadenó la crisis nuclear de Fukushima, con daños valuados en US$235 mil millones.
Valdivia, Chile (22 de mayo de 1960): el terremoto más potente registrado (magnitud 9.4–9.6) generó un tsunami que afectó más de 10 000 km desde Chile hasta Hawái y Japón, con olas de hasta 25 metros y entre 1 000 y 6 000 víctimas.
Krakatoa, Indonesia (1883): la erupción volcánica provocó olas entre 80 y 140 pies (24 a 43 m), con más de 36 000 muertes, y efectos percibidos en zonas tan lejanas como la India y Sudáfrica.
Messina, Italia (1908): sismo con posterior tsunami arrasaron Sicilia y Calabria; murió entre 100 000 y 200 000 personas, siendo uno de los más letales del Mediterráneo.
¿Y Lituya Bay?
En julio de 1958, un derrumbe en la bahía de Lituya (Alaska) provocó un mega-tsunami de 535 metros de altura, la ola más alta jamás registrada, aunque con solo dos fatalidades debido a su ubicación remota.
La magnitud física de un tsunami no siempre correlaciona con su letalidad. Los más destructivos combinan altos sismos megathrust, zonas densamente pobladas, efectos transfronterizos y falta de alerta o educación pública sobre evacuación