El genocidio empezó el 7 de abril tras los magnicidios (de los que el Gobierno ruandés acusó a los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés, de Kagame), que desataron la matanza de unos 800,000 tutsis y hutus moderados en poco más de tres meses, uno de los peores genocidios de la historia reciente