Las palabras que un padre ilegal recibió de un oficial de inmigración fueron “bienvenidos al infierno”; poco después de que entró en EU, pensó que había alcanzado la seguridad de su hija de 7 años. Declaró que tuvieron mucho frío: “ni siquiera nos ofrecieron las cobijas de celofán que ves en televisión; tuve que quitarme la camisa para envolverla y mantenerla caliente”.
“El viaje había sido extremadamente doloroso; temiendo por nuestras vidas, tuvimos que tomar la decisión de huir: yo tenía una buena vida en Honduras, era empresario y poseía casa propia”, puntualizó el varón.
En el centro de detención, muchos padres escucharon rumores de que los oficiales de inmigración, iban a llevarse a sus hijos.
“Cuando vinieron por ella guardó silencio, nos habíamos preparado; le dije que fuera fuerte y consolara a los niños a su alrededor”. Pero a la niña le fue peor: “cuando la transfirieron a un centro de detención para niños, un oficial de inmigración abusó sexualmente de ella”.
“Cuando se defendió, el uniformado la amenazó diciéndole que si se lo contaba a alguien, nunca vería a sus padres de nuevo. Luego vio al mismo agente abusar sexualmente de 2 niñas que eran aún más jóvenes que ella y guardó silencio sobre la experiencia, incluso meses después de que nos reunimos”.
