El lunes 17 de junio, Irán confirmó que empleó un nuevo misil balístico en su ataque contra Israel, capaz de eludir el sistema de defensa Iron Dome, según declaraciones oficiales de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC).
Según el IRGC, emplearon un método innovador: los misiles fueron lanzados de forma coordinada para confundir a los interceptores israelíes, ejerciendo una maniobra en que los misiles antiaéreos terminaban neutralizándose entre sí . Este ataque se habría producido con misiles del tipo Qassem Bassir o "Haj Qassem", presentados en mayo con alcance de unos 1,200 km y supuesta capacidad para superar defensas avanzadas.
Hasta ahora, sistemas como Iron Dome, David´s Sling y Arrow han interceptado la mayoría de los cohetes de Irán —alrededor de un 80–90 %— pero varios misiles lograron impactar en Tel Aviv, Haifa y zonas residenciales, dejando impactos localizados y decenas de heridos.
Expertos señalan que Iron Dome está diseñado para amenazas de corto alcance (cohetes y morteros), mientras que los misiles balísticos iraníes de medio alcance exceden su capacidad operativa. Para estos, Israel depende de David´s Sling y Arrow, aunque a gran escala, las defensas pueden verse saturadas ("leaking") por el volumen de ataques.
La estrategia iraní incluyó lanzamiento masivo —más de 300 misiles y drones— y uso de decoys para sobrepasar los sistemas israelíes . Esto sugiere una tendencia hacia ataques saturantes combinados con misiles inteligentes hipersónicos (p. ej. Fattah-1).
Pese a que Israel ha destruido parte del arsenal iraní y la infraestructura estratégica con ataques aéreos (Operation Rising Lion), el uso de tecnología disruptiva pone en alarma a la defensa israelí y aliados, sobre todo con riesgo de quedarse sin interceptores.
Hoy suena como una advertencia clara: Irán cuenta con misiles sofisticados que pueden penetrar el escudo aéreo israelí, lo que reaviva el temor de una escalada mayor en Medio Oriente y aumenta la presión diplomática para contener el conflicto