La Plaza de San Pedro fue testigo de una despedida sin precedentes: más de 250,000 fieles acudieron a la misa funeral del papa Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril a los 88 años. Según confirmó el Vaticano, peregrinos de América Latina, África, Asia y Europa se dieron cita desde la madrugada en los alrededores de la Ciudad del Vaticano para rendir homenaje al primer pontífice latinoamericano de la historia.
La ceremonia fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, quien dirigió un mensaje emotivo al papa fallecido: "Te pedimos que reces por nosotros, que bendigas a Roma y al mundo entero", dijo ante una multitud conmovida. La misa también marcó el inicio del periodo de Novendiales, los tradicionales nueve días de luto tras la muerte de un papa.
El féretro de Francisco, fabricado en ciprés como símbolo de humildad, fue colocado frente al altar mayor sin ornamentos ni catafalcos, siguiendo su deseo de un funeral sencillo, "el de un pastor y no el de un soberano". Encima del ataúd reposaba el Libro de los Evangelios, abierto, representando su entrega a la palabra de Dios.
El evento reunió a más de 70 delegaciones oficiales, entre ellas jefes de Estado, líderes religiosos y representantes de organizaciones sociales y humanitarias. Francisco será recordado por su compromiso con la justicia social, el medio ambiente, el diálogo interreligioso y la reforma de la Iglesia.
Tras la misa, el cuerpo del pontífice fue trasladado a las grutas vaticanas para un sepelio privado. Eligió descansar cerca de la tumba de San Pedro, un gesto que refleja su vocación pastoral y su humildad. La Iglesia entra ahora en un periodo de sede vacante, a la espera del cónclave que elegirá a su sucesor, mientras su legado continúa inspirando a millones.
