Con la caída del régimen de Siria y el triunfo de los insurgentes, se han empezado a revelar los secretos de la dictadura de Bashar Al Assad, destacando la toma de la prisión de Sednaya, la cárcel usada por la dictadura para arrestar, torturar y asesinar a opositores políticos.
Con la caída de Damasco, los rebeldes abrieron las puertas de la prisión de Sednaya, liberando a miles de prisioneros, muchos de ellos, encerrados por años. Algunos prisioneros llevaban tanto tiempo encarcelados que estos creían que los liberadores eran el ejército de Sadam Huseín.
En las imágenes compartidas por los propios insurgentes, se puede ver como los prisioneros no querían salir por miedo al régimen de Bashar Al Assad, para después cambiar sus emociones al descubrir que el régimen había caído.
Además, se logró la liberación de cientos de mujeres, varias de ellas tenían bebes y niños menores de 3 años de edad, es decir, que estos menores nacieron dentro de las murallas de la prisión, probablemente frutos de abusos sexuales.
Sin embargo, los rebeldes también encontraron restos humanos hacinados dentro de celdas subterráneas de la prisión, así como la infame prensa de ejecución, una máquina donde las víctimas eran aplanadas con una máquina para después ser cremados.
Cerca de la maquinaria encontraron canales para el riego de sangre, así como huesos humanos y sacos donde se vertían los restos humanos.
Bashar Al Assad ahora se encuentra en Moscú en calidad de refugiado político.