La TSA (Administración de Seguridad en el Transporte) de Estados Unidos está eliminando la obligación de quitarse los zapatos en aeropuertos, una medida vigente desde 2006 tras el intento frustrado del "shoe bomber" Richard Reid.
Desde el 7 de julio de 2025, en terminales como Baltimore/Washington (BWI), Fort Lauderdale (FLL), Cincinnati (CVG), Portland (PDX), Filadelfia (PHL), Piedmont Triad (PTI), Los Ángeles (LAX) y LaGuardia (LGA) ya se permite pasar con los zapatos puestos. Aunque aún se prevén revisiones aleatorias en caso de que los escáneres se activen .
La actualización busca agilizar el control, clave ante el récord de 3.1 millones de pasajeros en un solo día (22 de junio). Con tecnología de escaneo corporal avanzada (CT), carriles automatizados y el programa Real ID, ahora es posible detectar amenazas sin requerir la remoción del calzado.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, anunció desde el aeropuerto Reagan Washington que el requisito queda eliminado para todos los viajeros, no solo los usuarios de TSA PreCheck . Sin embargo, algunos pasajeros de PreCheck han cuestionado el valor de su membresía, al perderse uno de sus beneficios distintivos .
Viajeros en aeropuertos como Miami (MIA) reportaron un proceso más fluido y cómodo, elogiando la rapidez del nuevo control. Funcionarios de la TSA informan que ya operan escáneres actualizados en más de 25 terminales y planean continuar con la expansión en los próximos meses.
La política de quitarse el calzado nació en respuesta al atentado fallido de 2001 por Richard Reid, y desde 2006 era un requisito estándar para pasajeros entre 13 y 75 años. Solo menores de 12, mayores de 75 o usuarios de TSA PreCheck estaban exentos desde 2011.
Este cambio representa el mayor ajuste a los controles aeroportuarios desde el 11-S. La TSA y el DHS dicen que continuarán explorando mejoras, incluyendo posibles modificaciones en otras medidas como cinturones, líquidos y prendas.
En resumen, la eliminación del requisito de quitarse los zapatos optimiza la experiencia del pasajero y mantiene la seguridad mediante tecnología avanzada. Esta medida —ya activa en varios aeropuertos y próxima a implementarse a nivel nacional— marca una nueva era en el control aéreo estadounidense.