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Opinión

IN MEMORIAM

IN MEMORIAM

Rodolfo Villarreal Vega
Por Rodolfo Villarreal Vega - 05 mayo, 2024 - 10:50 a.m.
IN MEMORIAM

  La muerte de aquellos “muchachos” que justamente fueron mis grandes amigos, se ha empeñado en entristecerme. Son de esas cosas que sabemos que ocurrirán, pero se presentan tan repentina e intempestivamente que siempre nos llenan de estupor, de incredulidad, de un sentimiento de vulnerabilidad rayano en la aprensión.

  Evocando aquella época pretérita, tan lejana, en que fuimos jóvenes, me invadió una intensa oleada de nostalgia. Fue como si el corazón se estrujaba durante siglos en un efímero instante, de nuevos y viejos recuerdos, de sueños irrealizados, de indolencias arrepentidas, de ofensas hechas y recibidas en fin… de tiempos idos.

  Tiempos que quizá muchas veces  idealizamos y magnificamos, pero que nos recuerdan con crudeza  la evidencia de nuestros errores,  o sea del juego perverso en que nos envuelve la mente con el “hubiera”. Si hubiera hecho esto, si hubiera dicho lo otro, si hubiera, si hubiera… “ad infinitum”.

  Inmerso en los recuerdos,  arropó mi alma  la descripción que hace Pablo Milanés en su canción; “Cuánto Gané, Cuánto perdí”.

“Dónde estarán los amigos de ayer /La novia fiel que siempre dije amar/Dónde andarán mi casa y su lugar/mi carro de jugar, mi calle de correr/ Dónde andarán la prima que me amó/El rincón que escondió, mis secretos de ayer.”

 Algunos fuimos amigos desde la infancia, sin embargo todos tuvimos en común nuestra amistad desde la adolescencia, aquella época en que tomamos conciencia y nos maravillamos de nuestra existencia, de  nuestra individualidad. Tiempo en que se comienza la búsqueda del sentido de la vida y en la que muchos, aunque parezca increíble, nos encontramos todavía inmersos.

Periodo difícil en que debemos decidir de qué manera vamos a ser, en qué queremos convertirnos. Cual más cual menos, los jóvenes se encuentran dando tumbos acarreando la responsabilidad de auto determinarse, de definir  su rumbo.

Nosotros vivimos el período de nuestra juventud (12 a 19 años)  en otro mundo, tan diferente al actual y algo parecido al mundo que nos precedió:

El mundo de la generación silenciosa (1925-1945); que vivió durante las dos grandes guerras, recesiones económicas, sucesos funestos, miedos soterrados que flotaban en el aire alrededor de aquel  mundo entonces inmenso, que de alguna forma los llenó de frustración y los hizo obedientes, respetuosos, ahorradores.  

Fueron observadores, de una actitud cauta, precavida, de reminiscencias de moralidad cuasi victoriana, en un pueblo todavía con atavismos medievales, de beatas, de cantos y rezos. Personas muy conservadoras hacia cualquier manifestación de la vida.

El acontecer de nuestra generación (Boomer, 1945 -1965) comenzó en medio de la educación de los citados “silenciosos” y  los nuevos paradigmas que surgían apabullantes como consecuencia del aceleramiento del desarrollo científico y de  los ideales juveniles que reclamaban un cambio total en la vida humana. Nuevos paradigmas -modelos-, nuevas normas, que sin darnos cuenta fueron tomando carta de normalidad en nuestra cotidianidad.

La vejez y la muerte eran para nosotros que recién descubrimos nuestra “preciosa” existencia, palabras en el diccionario.“Nosotros no seríamos viejos y pensar en la muerte, ¡que absurdo!,” ¡no!. “éramos infinitos.”

La perplejidad de vivir en la frontera entre dos generaciones de diferencias irreconciliables, una escisión que nos hacía actuar furtiva, solapadamente, sin determinar concretamente qué era lo bueno y qué lo malo.

Suponía escoger entre el mundo de los obedientes silenciosos o dar pasos titubeantes antes de sumergirnos de lleno en el amanecer de un nuevo mundo que se abría ante nosotros.

Nacimos y crecimos en San Buenaventura, Coahuila.  Entonces una pequeña villa; de una economía en gran parte de autoconsumo -autárquica-, endogámica, -todos éramos parientes-, todos nos conocíamos, el catolicismo era en una gran proporción la religión dominante, la sociedad estaba constituida por una pirámide de amplia base y escasa altura, la confianza y la seguridad normaban nuestro actuar.

Éramos adolescentes felices; confiados, paseábamos por el campo, hacíamos senderismo, leíamos buena literatura, platicábamos hasta el amanecer, bebíamos en abundancia. nos gustaba mucho la música y en aquel entonces las nuevas corrientes que nos llegaban de allende el bravo eran de nuestra absoluta predilección -pop/rock-

Fuimos Testigos coadyuvantes, activos y/o tangenciales de un mundo nuevo y que para bien o para mal ha llegado hasta este siglo 21, con su tecnología e información en constante evolución, con su posmodernismo de verdades relativas y su exacerbado racionalismo con su enfoque en las utilidades financieras, que ha hecho para algunos un mundo plácido, pero que ha polarizado la riqueza, y es en  gran medida el destructor ecológico de nuestro hábitat (la tierra) que actualmente se debate entre los estertores que producen la contaminación y la deforestación.

En lo  social, alrededor de nuestros diez y siete años, organizamos algunos bailes con la música de época, cuyos nombres (con el atavismo cultural de la generación que nos antecedió y cuya sangre corre en nuestras venas), fuera de contexto, a mi me parecen un tanto ridículos - hippie,Hair, the grand happening- Y no, no éramos para nada malinchistas, era los aires de cambio que corrían por el mundo cuyo idioma era el inglés.

En situaciones más trascendentes; siendo estudiantes universitarios en escuelas públicas, ante el movimiento estudiantil de protesta de 1968, dos  de nuestro grupo, en la cd. de México, participaron activamente en dicha lucha y estuvieron presentes el 02 de octubre en Tlatelolco, uno de ellos visitó las mazmorras en las que apilaban a los disidentes del gobierno.

En mi caso, fui alumno de la escuela de economía -ideológicamente de corte socialista- de la Universidad de Nuevo léon, que al igual que muchas escuelas alejadas del epicentro del problema, mantenían un movimiento de huelga y  asamblea permanente, Nos dedicamos a imprimir y repartir propaganda, cuando el gobierno tenía muy penado ese tipo de actividades.

Proporciones guardadas, fue un fenómeno mundial, mayormente estudiantil en contra de las políticas socioeconómicas instrumentadas por los gobiernos de aquellos años. En el caso de referencia, frente al gobierno presidido por Gustavo Díaz Ordaz

Algo similar ocurre hoy día, los estudiantes de diversas universidades están pacíficamente protestando por el genocidio perpetrado por el ejército Israelí en contra del pueblo palestino de Gaza.

Pero la duración de la adolescencia, no puedo explicarlo, es inefable, o sea, no tengo palabras para definirlo,  lo más que puedo decir es que fue  un relámpago que se extinguió, un diminuto destello en la eternidad, ¡nada!

Y así, en un santiamén ya éramos adultos y en algún lugar de aquella ilusión de adolescencia,  cada uno tuvo una visión; (enfocada por su singular forma de ver el mundo)  un sueño que soñar, un deseo por satisfacer, una esencia que adoptar, en fin una circunstancia que impele a soñar lo que cada uno debía y quería ser.

Sí, nos llegó el tiempo abordar la nave de la vida independiente, la hora de izar velas y lanzarnos a la aventura de vivir, creo yo “con la gran tragedia de ser libres” (Sartre), de estudiar, de trabajar y formar familias, cada cual a su albedrío…después, arribamos a la edad de “viejos nuevos”

Y en ese bogar por la vida hasta convertirte en adulto mayor, nos percatamos que, tan deprisa vivimos, que apenas nos dimos cuenta de nuestro paso por el tiempo, y es que generalmente nos obsesionamos con el futuro, corremos de fecha en fecha, sin darnos cuenta de que la vida es precisamente ese tránsito temporal; los niños en ser adolescentes, los adolescentes en ser mayores. En lugar de gozar la navidad, nos la pasamos anhelando la llegada de semana santa, las vacaciones, el verano, el frío, el calor, el invierno…etc.

Y así, para algunos llegó el inexorable momento de la muerte, al igual que en cada etapa de la vida, sin previo aviso y sintiéndose cada cual en plenitud de sus facultades físicas y mentales, arañando las paredes de la vida, y resistiéndose a partir, (pues generalmente nadie desea morir), nos comenzaron a dejar algunos conocidos del pueblo.

Después, al igual que varios de nuestro grupo, participamos en el   (para algunas religiones) “perverso juego” de luchar contra la muerte, a esquivarla, a sacarle la vuelta, con adelantos médicos. cateterismos, marcapasos, trasplantes etc.

Cuando en otro tiempo hubiéramos muerto, ahora, como modernos Lazaros nos levantamos e izando velas  seguimos piloteando nuestras naves para tratar de llegar a puerto seguro.  

IN MEMORIAM

A mi gran amigo, Juan Éliezer de los Santos (La pepsi)

Psicólogo, maestro y doctorado en educación, autor de innumerables libros técnicos y algunas narraciones. Amigos y vecinos, desde niños nos intercambiamos cuentos (cómics) y compartimos el gusto por escuchar una estación radiofónica de música de época (rock). radio mil. Y en la juventud un enorme compañero de correrías.

A Juanito (la pepsi)lo recuerdo sentado en la sala de su casa. Cómodamente instalado en un sillón individual. Absorto en la lectura, una o las dos piernas cabalgando en uno de los descansabrazos,  disfrutando de comer una manzana que sostenía en una de sus manos, en la otra mano un libro levantado a la altura de su cara, su mirada recorriendo el largo y deleitoso camino de las palabras escritas en sus blancas páginas.

Al amigo Domingo, (Mingo) Compañeros de aventuras durante el periodo de la adolescencia superior y el inicio de la adultez.

Aún me parece verlo en las madrugadas de desvelo, con sendas tazas de café, tratando con gran enjundia de penetrar en los conceptos del libro de economía  de  Paul A, Samuelson.

Maurilio Garza Villarreal. Mamo y yo compartimos la escuela primaria (Zaragoza), la escuela secundaria (ICC), un par de equipos de fútbol, uno de ellos llamado los “piratas Jr”, algunos viajes estudiantiles a la cd. de México. a puebla etc.

Lo que más recuerdo de él, es su contagiosa risa y el chascarrillo pronto. Lo más probable es que fue herencia genética de su padre: Don Prudencio Garza.

A todos ellos , amigos entrañables: hay momentos de melancolía como el que me motivó para hacer este somero recorrido por lo que fue nuestra amistad, les digo que el recuerdo de tantas aventuras y pequeñas  travesuras que hicimos juntos me llena aún más el alma de alegría,  me despido con afecto y les deseo  de todo corazón, que si hay un “paraíso” se encuentren en él al lado de Dios.

Dios los bendiga y que pasen un feliz domingo.

Rodolfo Villarreal Vega. San Buenaventura, Coah. a 03/ mayo/ 2024.

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