PIEDRAS NEGRAS, COAH. – En el olvido, indignados y en condiciones deplorables. Así viven los habitantes de la colonia Hacienda La Laja en Piedras Negras, Coahuila, una comunidad víctima del abandono institucional, donde las promesas de campaña se han diluido entre baches, aguas negras y una inoperante administración municipal.
Durante un recorrido por esta zona popular del norte del estado, vecinos denunciaron, una vez más, la grave situación que enfrentan diariamente. El hartazgo es evidente, la frustración, palpable. Y no es para menos.
Jesús Sandoval, vecino de la colonia, fue enfático: "Se le está cayendo el drenaje a Lorenzo Menera", en alusión directa al gerente del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (SIMAS), que hasta ahora ha brillado por su ineficacia. El sistema de drenaje se encuentra en condiciones críticas, con constantes brotes de aguas negras que no solo afectan la imagen urbana, sino que representan un serio riesgo sanitario para cientos de familias.
Aunque en contadas ocasiones las autoridades han enviado cuadrillas para "atender" los reportes, las obras quedan a medias. Pozos sin tapar durante semanas o incluso meses son ya parte del paisaje, mientras los problemas persisten en otras zonas sin intervención alguna. Entre las calles más afectadas se encuentran Catarino Ríos esquina con Escobedo, Dr. Roberto Gómez esquina con Escobedo, y Río Bravo antes de llegar a Dr. Roberto Gómez.
Otra denuncia recurrente es la existencia de un gigantesco basurero clandestino en la calle Manuel Garza, justo a espaldas de la Plaza La Laja. La señora Idalia Gaytán describió con preocupación cómo el sitio se ha convertido en un foco de infección, lleno de restos de comida y hasta animales muertos. Todo esto ocurre ante la aparente indiferencia de las autoridades.
Aunque los vecinos reconocen que parte del problema también proviene de la propia comunidad, exigen una respuesta activa por parte del Departamento de Ecología e Imagen Urbana, que parece haber abandonado la zona. Banquetas cubiertas de maleza, bolsas de basura esparcidas y un hedor persistente completan el cuadro de negligencia oficial.
"Queremos que limpien más seguido, aunque sabemos que también hay vecinos cochinos", dijo Gaytán, en un acto de honestidad, pero también de desesperación.
El deterioro del pavimento es otra deuda del Ayuntamiento. Francisco Robles denunció el estado lastimoso de varias calles, donde los baches y grietas hacen intransitables tramos completos. Calles como Lirio del Valle, Pedro Laurel (entre Escobedo y Manuel Garza), o Laureleano Flores esquina con Ocampo, son una muestra clara de la falta de inversión pública.
Además, la total ausencia de topes o señalización vial en puntos críticos representa un riesgo permanente para niños y adultos. "Ya han atropellado a personas. Solo es cuestión de tiempo para que ocurra una tragedia mayor", señaló una vecina, visiblemente molesta.
Como si no bastaran los problemas de infraestructura y servicios, vecinos también acusaron a la Policía Municipal de incurrir en prácticas autoritarias y discriminatorias. Un habitante, que pidió el anonimato, relató haber sido testigo de detenciones arbitrarias:
"He visto cómo los avientan a las patrullas sin razón aparente, solo por su apariencia. Luego los sueltan en otro lado, como si fuera un juego de poder", denunció.
Este proceder no solo vulnera los derechos humanos, sino que debilita aún más la ya escasa confianza en las autoridades locales.
Para los vecinos de Hacienda La Laja, la administración del alcalde Jacobo Rodríguez se ha convertido en sinónimo de indiferencia. Pese a las múltiples denuncias y solicitudes de apoyo, el edil ha optado por el silencio, ignorando el clamor de una comunidad que sobrevive entre la mugre, el abandono y el miedo.
Mientras tanto, Hacienda La Laja sigue siendo un ejemplo doloroso de lo que ocurre cuando la autoridad se desconecta de la realidad. Y cuando lo que debería ser un derecho —vivir en un entorno limpio, seguro y digno— se convierte en una lucha diaria contra la desidia del poder.