Fue un niño inquieto, jugó como tacle, line backer y ala cerrada, y formó parte de aquella generación dorada del club Acereros de la Zona Centro, que logró el campeonato desde 1985 hasta 1992 en AMFAI.
“Hectorín”, como se le conocía a Héctor González Gutiérrez en la década de los 80´s, comenzó a jugar a los cinco años, cuando su madre Rosalba Gutiérrez (+) lo llevó al emparrillado de Acereros, que se ubicaba frente al Instituto Central Coahuila.
Actualmente, tiene 43 años, su esposa es San Juanita Gallegos y su única hija es Issa Gutiérrez. En su baúl de los recuerdos, guarda con recelo decenas de fotografías de su etapa de jugador desde la categoría Mosquitos hasta la Junior.
Hoy recuerda con gran satisfacción sus años como jugador.
¿Por qué eligió el club Acereros?
Mi madre, que en paz descanse, me comentaba que era muy inquieto y travieso. Le recomendaron que practicará un deporte. Un tío, estaba en Vaqueros, le dijo que me llevará, pero ella dijo que no. Hoy es gracioso, decía que para qué iba agarrar dos camiones para llegar hasta la Ciudad Deportiva. Fue entonces que me llevó a Acereros en la Colonia La Loma.
¿Quiénes fueron sus primeros coach?
Era el Licenciado Rodolfo Guerra, en esa época, ya era el coach Guerra. Era muy enojón y gritón, pero disciplinado y exigente con nosotros. Era muy metido en lo suyo. También estaba el Ingeniero Perales, tuvimos muchas experiencias con ellos y nos forjaron como hombres de bien. Y nunca olvidaré el apoyo del coach Jesús Abrego.
¿Cuál fue su primer juego?
Ya uniformado, fue contra Venados de Piedras Negras, ellos vinieron a Monclova. Jugamos en el Estadio de AHMSA. Recuerdo que un niño me pegó, y me sentó. Los coaches me regañaron, y me explicaron cómo debía hacerlo. Ahí surgieron grandes amistades como Alberto Silva, Daniel Silva, Félix Fraire, Orlando Martínez, Radames Castillo, Lester Salazar, Miguel Pedroza, Adolfo Zapata, Edgar Tijerina, y Daniel Samaniego, y que hasta hoy perdura.
¿Antes se jugaba con más pasión, qué ahora?
Probablemente, sí. Pero también son dos épocas distintas. Antes el espectáculo era más golpear y sentar a alguien. Ahora, las reglas cambiaron, se protegen más a los jugadores.
¿Cuál fue la clave de ganar tantos campeonatos?
Yo digo, que la clave fue que éramos los mismos jugadores, ya nos conocíamos y sabíamos lo que teníamos que hacer. Eso fue una gran ventaja en comparación de los rivales. Esa generación empezó en Hormiguitas y terminó en Junior. A parte por la calidad de entrenamiento y los coaches.
¿Cuál fue la final que más recuerda?
Fue en la temporada juvenil, precisamente en Junior contra Potros. El juego estuvo muy cerrado, con muy pocos puntos y estaba empatado. Y sacamos la casta para ganar, con ellos siempre nos dábamos buenos golpes, y Vaqueros, era otro club con quien nos gustaba jugar. De hecho, jugué contra el equipo de mi tío Antonio González (+), siempre todo con respeto.
¿A qué retos se enfrentó como jugador?
Sin duda, dar el peso. Yo era una persona muy alta, y por lo mismo batallaba. Incluso el coach Abrego me apoyó en ese sentido, me ponía ejercicios extra y llegué a bajar 10 kilos en una semana. Recuerdo, que mi madre me apoyo mucho; no me daba refresco y tortillas, hoy se me hace gracioso esto.
¿Cómo nace su apodo?
No recuerdo si fue el coach Abrego o Perales. Tenía un compañero que también se llamaba Héctor. Cuando el coach daba instrucciones siempre volteábamos los dos, entonces a mí me nombró “Hectorón” y a mi compañero “Hectorín”, que era más delgado. Luego mi apodo fue torín y toro.
¿Qué fue para usted el americano?
Fue pasión y vida. Como se dice, jugar soccer cualquiera, pero no cualquiera juega americano. A mí me gustó mucho, fueron etapas muy agradables y las enseñanzas que te deja para la vida.
¿Y Acereros?
Todo, fue mi infancia y juventud. Son recuerdo innumerables, imborrables, vaya perdurarán toda mi vida. Me dejó muchas amistades tanto de Acereros como de los otros clubes. Hoy me los encuentro en la calle y nos saludamos con gusto.
¿Qué mensaje les da a las nuevas generaciones?
Que practiquen un deporte, y si es futbol americano mucho mejor. En nuestro caso, el americano es un trampolín para conseguir una beca en alguna universidad. Es importante recalcar que primero es la escuela.