A pesar del surgimiento de cientos de criptomonedas a nivel mundial, el bitcoin se mantiene como la principal a 10 años de su creación, aunque sigue siendo ilegal en muchos países y carece de una legislación internacional que regule su uso.
El bitcoin, que surgió a partir de un programa subido a internet creado por uno o varios expertos informáticos bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, fue la primera moneda digital.
Esta criptomoneda se caracteriza por ser descentralizada, es decir, no está respaldada por ningún gobierno, ni depende de un emisor central, por lo que su precio se determina en gran parte por la oferta y la demanda.
Este tipo de forma de pago se intercambia en línea, a través de un proceso denominado “minería”, mediante el cual se validan y reenvían las transacciones en bitcoins.
Todas las operaciones que se realizan en la red se van agrupando en bloques (blocks en inglés), y para validarlas los mineros deben encontrar una clave informática denominada “hash”, que son fórmulas matemáticas que sintetizan en pocos caracteres una gran cantidad de información y no se pueden modificar.
Cada bloque tiene un “hash” nuevo que se va enlazando con el anterior, por lo que se forma una cadena de bloques (blockchain).
Cada vez que un minero encuentra un “hash” válido, obtiene, tras la comprobación de al menos el 51 por ciento de los mineros, 12.5 bitcoins, con lo que la cadena de bloques (blockchain) se actualiza constantemente.