Puebla.- Don Felipe Espinosa Tecuapetla, de 84 años, forma parte de la primera generación de la Ingeniería en Procesos y Gestión Industrial de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y está por terminar la carrera.
En 2016 y con 79 años, don Felipe se convirtió en el aspirante de mayor edad en ingresar a la carrera en el campus de San José Chiapa, también de reciente creación. Hoy se siente orgulloso de su logro y asegura que seguirá estudiando. “Nada me va a detener…claro…sólo la muerte”, dijo.
El oriundo de la ciudad de Puebla, relató a la BUAP que trabajó la tierra de joven, fue obrero y en 1962 ingresó al Ejército. Actualmente es padre de cinco hijos, de los cuales, uno es ingeniero.
La superación fue el motor que lo llevó a estudiar la carrera, eso y la certeza de que “nada más se vive una vez”, a pesar de los cambios tecnológicos que han ocurrido en los últimos años, comentó.
“Le tiene usted que echar ganas, como dicen. Si es uno chango viejo hay que hacer maromas nuevas y allí se iguala usted con los jóvenes. La superación del humano está en la mente, es una cosa muy grande la mente”, señaló.
Para cumplir con sus obligaciones escolares don Felipe tuvo que despertarse durante cuatro años a las 4:30 de la mañana, realizar un recorrido de una hora y media a dos horas, de ida y vuelta, e incluso compaginar la escuela con la venta de verduras en la Central de Abasto y los mercados de Tepeaca y Cholula.
A pesar de esto, sus profesores lo reconocen como un estudiante perseverante y responsable que cumplió con sus tareas a pesar de ser el alumno con mayor edad de esta casa de estudios.
“Queda uno como invitado a no faltar”, además, “la vida es diaria, no hoy sí, mañana no”, señaló. “Sí se puede. Qué me detiene, oigo bien, veo bien, razono bien, no tengo la mente hueca. Este es mi gran capital y lo que me nutre es el trabajo y la ilusión. El estudio es grandioso: se estudia para la superación, para una vida mejor”, afirmó.
Don Felipe relató que a pesar de que ha vivido solo desde la muerte de su esposa ya no se siente aislado. “Por todas partes me saludan. Ser egresado de la BUAP es un gran orgullo, hay que portarse a la altura: con respeto, siempre derecho”, comentó.
El universitario calificó los años de estudio en la BUAP como “inolvidables” e insistió: “Nada me va a detener, sólo la muerte. Haré mi solicitud para seguir estudiando”.