Hace unos meses, una mamá que vive en Inglaterra le hizo una sesión de fotografías a su hijo que, sin querer, le salvó la vida.
Un bebé feliz, sano y sonriente
El pequeño Brody tenía en ese entonces seis meses de edad. Se veía sano y sonriente. “Ni un resfriado había tenido”, cuenta esta mamá.
Ese día, Stacey DeClerk quería compartir algunas fotos con sus familiares, así que preparó la cámara y todo fluyó de lo más normal. Sin embargo, cuando terminó la sesión se dio cuenta de que en cada imagen aparecía una mancha blanca en el ojo derecho.
Revisó detenidamente las más de 40 fotos que le tomó a su hijo y en todas se percató de esa “bolita” en el centro del ojo derecho. Algo en su interior le dijo que eso no era normal, que era malo, así que de inmediato acudió con un médico en Norfolk, Inglaterra, quien le confirmó lo peor: se trataba de un tumor cancerígeno.
A través de una ecografía pudieron apreciar mejor la mancha. El diagnóstico fue que Brody presentaba una retinoblastoma, extraño tumor que se desarrolla en niños menores de cinco años y que es muy difícil de detectar.
El bebé recibió atención inmediata. Gracias a esas fotos, que ayudaron a su detección temprana, recibió el tratamiento adecuado y salvó su vida y la vista,
Al principio Stacey estaba desolada. Sin embargo, hoy agradece haber identificado el cáncer ocular de su bebé a tiempo. Una foto le salvó la vida.
Hoy, Brody está sano y feliz en compañía de su hermano. Y en brazos de sus papás.