La prisión implicada en un supuesto caso de trabajos forzados en China se reivindica como un establecimiento modelo, una suerte de "plataforma de intercambios culturales", que cuenta entre sus internos con detenidos extranjeros.
Pekín tildó de "invención" este lunes la información aparecida en el Sunday Times que asegura que la prisión de Qingpu, en Shanghái, sometería a sus internos a trabajos forzados.
Según el semanario británico, una niña londinense de 6 años descubrió, en una tarjeta navideña fabricada en China, un llamado de socorro supuestamente escrito por los detenidos.
Somos prisioneros extranjeros en la cárcel de Qingpu de Shanghái, en China", afirmaba el mensaje. "Forzados a trabajar contra nuestra voluntad. Por favor, ayúdennos y avisen a [alguna] organización de derechos humanos".
La cadena británica de supermercados Tesco, que distribuye esas tarjetas, las retiró de la venta y anunció que suspendió la producción en la fábrica china.
Un caso que concuerda mal con la imagen que quiere dar en su página web la inmensa prisión de Qingpu, abierta en 1994.
El establecimiento, que cuenta con 40 detenidos extranjeros, se presenta como una "plataforma jurídica para los intercambios culturales".
En un terreno de 20 km2, dispone de 500 policías repartidos en las tres unidades (logística, detenidos extranjeros, alta seguridad) pero el número total de presos no se especifica.
Su portal en internet incluye imágenes de unos edificios modernos, uno de los cuales con una fachada acristalada.