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Coahuila

Ejecutó Monclova a más de 60 brujas

Gerardo Martínez
Por Gerardo Martínez - 23 octubre, 2017 - 02:13 a.m.
Ejecutó Monclova a más de 60 brujas

La brujería y las artes ocultas siempre han estado relacionadas con la ciudad de Monclova y con su gente, a tal grado que se llegó a decir que el diablo estaba en estas tierras y provocó que Monclova fuera parte importante durante la Santa Inquisición en el País, debido al alto número de juicios que se llevaron a cabo.

De acuerdo a su significado, la brujería es un conjunto de conocimientos, prácticas y técnicas empleadas por distintas personas con el objetivo de dominar el curso de los acontecimientos o voluntad de las personas, prácticas que en la actualidad son realizadas por un gran número de personas sin temor a sufrir alguna agresión.

Actualmente este tema, aunque tabú para muchos, es una práctica normal para otros y un estilo de vida.

Sin embargo esto no fue así siempre, ya que entre 1748 y 1753, en Monclova se tuvo lugar lo que quizá sea el ejemplo más representativo de la cacería de brujas en la Nueva España, con más de 60 personas enjuiciadas en esta región.

Y aunque se cuenta con documentos en el Archivo General de la Nación en donde certifican los hechos de brujería que se registraron en la localidad, la mayoría fueron señalamientos sin fundamentos y acusaciones injustas, con lo que decenas de personas fueron sentenciadas aún siendo inocentes.

Aunque las personas que eran acusadas de brujería no eran quemadas en leña verde o eran sometidas a torturas extremas, como sucedió en Europa y se relata en libros, eran sometidas a torturas y humillaciones y encarceladas, por lo que algunas cayeron en la locura por los castigos infligidos.

EL INQUISIDOR

Monclova es referente no por el número de brujas que existía en la región, sino por los hechos inhumanos y por las abusos que se cometieron por parte del inquisidor Juan Ignacio de Castilla Riojas, quien levantando falsos acusó a decenas de mujeres de practicar la brujería.

Juan Ignacio de Castilla provenía de España, nadie sabe la razón por la que llegó a México, pero por azares del destino llegó a la región, en donde ya se contaba con un representante de la santa inquisición.

Arnoldo Bermea Balderas, cronista de la ciudad, señaló que en 1737 llegó a Monclova corrido de Monterrey y haciéndose pasar por el padre Joseph Flores de Ábrego, propuso que se le diera el título de Comisario del Santo Oficio, a lo que se accedió. Juan Ignacio de Castilla tenía obsesión con el diablo y su idea era que en Monclova estaba el demonio, por lo que se realizó una verdadera cacería en la que acusaba a cualquier persona de realizar estas prácticas.

Golpeaba, humillaba, torturaba y hacía firmar confesiones falsas, con tal de tener la declaración que permitiera proceder en contra de las personas.

Durante el período que él estuvo en la región fueron llevadas a juicio más de 60 mujeres por el acto de brujería y hechicería, sentenciadas y encarceladas pero ante las quejas que existían por parte del Gobernador de ese entonces e irregularidades que detectó la Santa Inquisición en la Ciudad de México, fue detenido en 1754.

PRIMER CASO DOCUMENTADO

Dentro de los casos que se cuentan documentados, uno de los primeros de los que se cuenta con información en el Archivo General del Estado, data de 1737 que es el caso de Lorenza de Andrade quien vivía en el Carrizal, Candela.

De acuerdo al cronista de la ciudad Arnoldo Bermea Balderas, este hecho se registró cuando a Juan Ignacio de Castilla Riojas se le nombró Comisario del Santo Oficio y acudió a Candela y solicitó al Alcalde que se le presentara a esta mujer, quien se desempeñaba como curandera del lugar.

Al arribar la mujer se le cuestionó “A ver mujer, cómo curas tú”, a lo que ella respondió “por la gracia de Dios y experiencia”, pero eso molestó al inquisidor quien le dijo que él le preguntaba de cuando hablaba con el diablo, la golpeó con una vara, la desnudó, la hizo fumar hierbas y a bailar en frente de varias personas.

Implorando la mulata, les decía a los presentes que ellos eran testigos de lo que le estaban haciendo, por lo que finalmente la dejaron.

LA INDIA EFIGENIA

Uno de los casos más reconocidos de esta época es el de la india Efigenia, quien de acuerdo a los documentos que se encuentran en el Archivo General de la Nación, en su declaración narra su supuesto encuentro con el demonio.

En ella narra que en mayo de 1947 y ante el deseo de hablar con el demonio, recorrió la orilla del río (Monclova), se le puso un gato delante, no muy grande, negro y pardo, quien le habló y le dijo que si tenía deseo de hablarle y allí estaba.

De acuerdo al escrito ella le respondió que a él no quería, sino a un hombre que allí solía andar, y que luego de esto el gato le dijo que anduviera un poco y lo viera, y no dio más que cinco pasos y ahí estaba un hombre negro a caballo.

“Y preguntándole de qué color era el caballo, dijo que era osscuro y que estaba muy inquieto. Y le dijo que qué quería, que ya estaba allí. Y le dijo que lo que quería era ser hechicera y que le respondió que sí, que ya lo era, pero que debía hacer escritura de darle el alma para siempre, y que le respondió que no sería para siempre”.

Luego de sacar una cuartilla de papel y un palito de carbón se puso a escribir, al concluir le dijo, ahora debes firmar y ella respondió que no sabía y que a esto le dijo “dame la mano”, se la dio y después de tomársela, puso “Frigenia”. Y que aunque ella le dio que se llamaba “Juana Efigenia”, no quiso ponerlo así, después se fue y le dijo que ya le concedió lo que le pidió.

EN QUE CONSISTÍA LA BRUJERÍA

Uno de los casos que se presentaron de brujería, se dio después de que un leñador de nombre Martín Tijerina que recorría los caminos de Monclova vio como se le caía una pequeña bolsa a una mujer, un pedazo de tela de bombasí que contenía limadura, polvos, una piedra imán y cabellos, que eran usados para atraer a una persona.

Al ver el contenido lo llevó al jefe militar, Joaquín de Iruegas, quien resultó ser tío de una de las involucradas.

En ese entonces se castigaba tanto a la persona que realizaba el “trabajo” como a quienes lo pedían, por lo que ambas eran señaladas como brujas o hechiceras, sin distinción.

Actualmente este tipo de trabajos se realizan de manera común en cualquier establecimiento, sin que exista ningún riesgo.

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