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Ganadores del concurso

Por Staff / La Voz - 03 mayo, 2020 - 10:10 a.m.
Ganadores del concurso

El ángel en el espejo

Lucía era una chica común, no era muy destacable entre todos y tenía una cantidad de amigos considerable; sin embargo tenía un pequeño problema llamado Alison: una compañera de clase que se pasaba la vida molestándola sin razón alguna. Sus bromas nunca habían llegado muy lejos, hasta el día de la fiesta de cumpleaños de Lucia.

Alison se presentó al evento con un plan para poder hacerle una broma: éste consistía en llenar un vaso con agua del retrete y dárselo a beber para después revelarle el origen del agua. Las cosas salieron según lo planeado. Cuando Lucia ya había tomado el líquido y descubierto de dónde provenía, no pudo soportar más y sin pensarlo le dio un golpe a Alison en la cara.

Todos vieron la escena y, al notar la cara de Alison lastimada, empezaron a gritarle a Lucia, quien no pudo más y corrió hacia el baño a llorar. Miró entonces al espejo y dijo en voz alta: “si tan solo pudiera cambiar el pasado y nunca haber dado ese golpe”. Una voz le respondió: “tú no puedes, pero yo sí”. Su reflejo en el espejo empezó a deformarse hasta convertirse en una niña de cabello rubio, piel blanca, ojos negros y vestido claro. Lucia estaba aterrada, pero ella creía en los milagros, ¿podría ser esta niña un ángel? La niña dijo que tenía el poder de cambiar el pasado ya que su vocación era ayudar a los vivos. Lucia estaba convencida de que era un ángel y preguntó qué tenía que hacer para cambiar el pasado. La niña sonrió y dijo: “Mi nombre es Olivia, solo di que me entregas el pasado y futuro de tus brazos mientras me miras a los ojos; así yo haré que tu brazo nunca haya dado ese golpe”. Lucia miró los ojos de Olivia y dijo “Yo le entrego el pasado y futuro de mis brazos a este espíritu llamado Olivia”.

Después de pronunciar estas palabras, se desmayó. Al despertar vio que su antebrazo decía “llámame cuando me necesites”. Estaba escrito con un líquido rojo, pero no le dio importancia, solamente lo lavó y salió del baño. Al salir notó que todos la trataban bien y no parecían recordar el incidente. Lucia solo podía pensar que ahora tenia un verdadero ángel guardián llamado Olivia. Así pasaron los días; cada cierto tiempo Lucia le pedía favores a Olivia: en ellos le entregaba el pasado y futuro de alguna parte de su cuerpo. Un día fue su cuello, otro sus manos, luego su torso, hasta que lo único que quedó sin poner al cuidado de Olivia fue su rostro.

Al paso de los días, las agresiones en la escuela fueron diferentes a lo habitual: esta vez la insultaron diciendo que su cara era horrenda. Lucía deseaba ser tan bella como Alison, quizá más para mofarse de ella o simplemente causarle envidia. Los insultos no pararon y Lucía soltó una lágrima. Salió del salón para dirigirse al baño de la escuela. Se limpió la cara y miró al espejo. Entonces el tiempo paró y Olivia apareció de nuevo. Lucía le contó porqué estaba triste y Olivia respondió: “Yo puedo cambiar tu rostro, solo haz lo de siempre, pero esta vez diciendo la palabra “rostro”. Te prometo que lo cambiaré para que nadie lo recuerde”. Lucía lo hizo, pero nada en él cambió. Olivia sacó un brazo del espejo, la tomó del cuello y la arrastró al interior. Lucía, del impacto, se desmayó. Al despertar miró a su alrededor y no vio más que paredes plateadas y un enorme cristal; éste la mostraba a ella en el baño de la escuela, como antes. Lucía miró al piso y notó que tenía el mismo vestido que Olivia; también tenía su cabello y estaba atrapada en esa habitación. Olivia, que ahora habitaba en el cuerpo de Lucía, miraba al espejo donde estaba su antigua apariencia y dijo: “Gracias por entregarme la última parte de ti”. Y la nueva Lucía se alejó del baño dejando a la antigua Lucia ahí, atrapada en el espejo.

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