Por Rodolfo Villarreal Vega
Cuando el sol brillaba más intensamente, la atmósfera era más diáfana y el ambiente de fiesta se apoderaba de las calles de mi pueblo y de nuestros hogares; cuando era el tiempo de la cosecha entre los agricultores; entonces era el tiempo tantas veces soñado; las expectativas de la llegada de nuestras Ferias del 14 de Julio llenaba totalmente nuestras mentes infantiles y juveniles después.
Pasó el tiempo, nos hicimos adultos, el idealismo que crea desde una figura perfecta, hasta una deidad nos abandonó impensadamente. Nuestros intereses estuvieron puestos en satisfacer otras necesidades. Olvidamos aquella emoción que nos embargaba cada año en tiempos de Ferias. Desde entonces fuimos prácticos, estoicos. Muchos creímos que solamente lo funcional era lo útil, fuimos furiosamente pragmáticos.
Pero, volviendo a la Feria, cada año se escenifica una gran alegoría, un acto simbólico de gracias por los dones recibidos, donde se realiza la coronación de reinas y princesas con todo y una corte real. Esta gran ceremonia, en nuestro pueblo, tiene tintes religiosos y paganos. Desde las culturas precolombinas; en esta época, los naturales de esta tierra realizaban sus grandes Mitotes, y los españoles y mestizos han dado gracias al gran creador por el logro de buenas cosechas, presentes y futuras.
El tiempo pasó, en diciembre de 2008, nuestra segunda hija, Rosalaura, por tercera ocasión y de motu proprio, solicitó una oportunidad para participar como candidata en la contienda anual de nuestro pueblo. Alejada de estereotipos y prejuicios sabía que se eligiría como representante de “belleza, cultura y simpatía” a la candidata cuya circunstancia le permitiera aportar una mayor cantidad relativa de dinero al comité de la feria. Ella fue la princesa de las Ferias del Santo Patrono del año 2009.
Los sentimientos y recuerdos antedichos los despertó en mí; principalmente “sí” categórico de mi hija. Que una persona de formación científica y a quien yo creí alejada del idealismo juvenil, pronunciara en respuesta a la invitación a participar como ex princesa en la celebración del 75 aniversario de las ferias del 14 de julio y del Santo Patrono San Buenaventura, dejando sus múltiples actividades, era, definitivamente sintomático de arraigo por su tierra.
El saber que entre mi hija, ex reinas y ex princesas que actualmente viven en San Buenaventura y quienes viven en lugares lejanos existe el mismo sentimiento de pertenencia a esta tierra, que algún momento fue su madre nutricia, y es indudablemente su raíz.
Ese sentimiento de pertenencia al lugar de nuestro origen, que:
es familiar y cultural, de antepasados comunes, de conocidos comunes, de las mismas raíces. De los calores, de los intensos fríos, de la tierra aridecida, del horizonte, de la cultura, de nuestras alegrías, sufrimientos, logros…de todo lo que se identifica con nosotros y nos hace ser lo que somos aún sin pedirlo. Nuestro vínculo esencial, vital, con la tierra, son precisamente esos antepasados y esta tierra sambonense de donde provenimos desde muchas generaciones.
EL SENTIMIENTO DE PERTENENCIA, VOLVER A LA TIERRA.
Vivir o retornar a nuestras raíces y a la tierra de nuestros antepasados debería ser un goce por antonomasia para quienes aquí habitamos, lo mismo para quienes hayan emigrado a otros lares y regresen de cuando en cuando para evocar más profundamente tiempos y escenas pasados.
Apropósito de este tema, me permito presentar a dos poetas Coahuilenses que han cantado y recordado con profundidad, en sencillas palabras, el sentimiento de pertenencia a la tierra: Don Manuel Neira Barragán, de nuestra villa de San Buenaventura, antes denominado “pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe de Horcasitas del Valle de San Buenaventura” y Fray Jerónimo Verduzco Villarreal nativo de Lamadrid Coahuila antes ”Villa del Rosario” (se citan los nombres anteriores de los dos pueblos porque Fray Jerónimo lo hace en su poemario de referencia “Oda esencial a Coahuila”
Para cantarle a nuestra tierra y al retorno de quienes viven lejos, en lejanas tierras; se cede el paso al insigne Franciscano; Fray Jerónimo, no sin antes aclarar que usando un recurso lírico se sustituyó el nombre de Lamadrid (tierra de Fray Jerónimo) por el de San Buena.
Canto a la tierra
Vereda, si tú me llevas,
Ya gozoso, ya infeliz,
Por el aire o por la tierra,
A mi pueblo, mi San Buena,
Te cubriré de claveles,
De nardos y de alelíes;
Porque allí dejé, empeñados,
Mi corazón, mi perfil,
Mis raíces, mi memoria…
Cuanto soy y cuanto fui.
Por su parte el escritor e historiador de San Buenaventura, el maestro Manuel Neira Barragán, escribió:
La vuelta al terruño.
¡Por fin te miro San Buena!
Cuna y regazo que fuiste
De mi infancia gris y triste
Mi amada tierra norteña
¡Que aprisa rueda la rueda
Del tiempo que todo lleva!
De lo que ayer fue una lumbre
Hoy solo pavesas quedan
¡Ay mi San Buena Morena!
Ya se cobija tu cielo
¡Siento el calor de tu seno!
¡Ay, de aquel día a este día!
Ayer salí siendo niño
y hoy regreso siendo abuelo
DE NOSTALGIA
La pluma de don Manuel Neira ha Barragán ha sido pródiga al escribir de San Buenaventura. La nostalgia por el ayer la describe en sus sentidos versos como los que a continuación se presenta:
Nostalgia de aquellas noches de San Buena ¡Oh! LAS NOCHES GÜENAS…
Manito querido:
¿Qué ya no te acuerdas de las nochis güeñas aqueas de casa? Yo no las olvido, ¡tan chulas tan tiernas, tan dulces, tan santas. Oh, los farolitos aqueos que hacíanos con las tablas viejas que papá nos daba. y los candeleros que les componíamos con las hojalatas que hasta el basurero ibanos a trailas.
Y cuando en las nochis, ai pa las posadas nos íbanos todos: yo, con aguelita que hoy con Dios descansa, ¡con cuánto cariño! con que devoción veíanos la casa del señor
LA NOSTALGIA DE OTROS TIEMPOS.
Para terminar. A todos los que regresarán a sus hogares lejanos de San Buena, quizá, quizá alguien les pregunte qué dónde pasaron el fin de semana, quizá alguien les cuestione ¿de dónde vienen? La respuesta podría ser una poesía del maestro Neira Barragán.
¿QUÉ DE DONDE VENGO?
¿De dónde regresas, amigo romero que traes en tus ojos luces de alborada de horizontes nuevos?
Vengo del solar donde están mis muertos en donde enterrara mis primeros sueños donde se quedaron trompos y canicas; cuadernos y libros.
Dime amigo romero;
¿Qué polvo ha cubierto esas tus sandalias, que tienen reflejos de mil luces áureas?
Vengo do el amor es siempre sincero,
Donde las mujeres son bellos luceros,
Donde la amistad se brinda en bandejas,
De olorosos pinos, nogales y fresnos;
En donde los hombres rinden al trabajo
Un culto divino que es un himno eterno
¿Ya lo adivinaste mi fiel compañero?
Vengo del solar siempre altivo y bueno.
Vengo de la tierra que otros abonaron
Para que de ella yo mismo naciera
¿Ya lo adivinaste? ¡¡¡Vengo de mi pueblo!!! ¡¡¡¡Vengo de San Buena!!!
