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Coahuila

Obsesión o gusto por los dinosaurios en los niños

Por Agencia - 03 noviembre, 2019 - 11:14 p.m.
Obsesión o gusto por los dinosaurios en los niños

Este es un gallimimus de la familia de los ornithomimidos, es decir, imitadores de aves.

Eran dinosauros de Asia, se encontraron en el desierto de Goby, y eran carnívoros.

Aunque, a diferencia de los raptores, los gallimimus preferían comer invertebrados como gusanos y escarabajos. Dice Miguel y atrapa con las manos a uno de esos lagartos terribles, un esbelto dinosaurio de largo cuello, que habitan en su jungla, su paraíso personal, su colección de dinosaurios de juguete, montada sobre una repisa colocada en un rincón oscuro de un cuarto de su casa.

Semanario consultó con varios psicólogos sobre si realmente los niños que aman a los dinosaurios son más inteligentes que los demás.

“Es su mayoría son dinosaurios bastante comunes en la cultura popular, como el tiranosaurio, el velcciraptor, dinosaurios que hemos visto en la película de Jurasic Park, de Steven Spielberg”.

-La habrás visto muchas veces, ¿no?

-Toda la saga.

Ignora cuántos  tiene su colección, sólo sabe que llegaron aquí cuando él tenía seis años, después que el abuelo Rogelio lo llevó a conocer el Museo del Desierto y él se enamoró de los dinosaurios.

La tía la Chayito jura que no, jura que fue antes, cuando Miguel era un bebé de tres años y empezó a dibujar en un cuaderno y a modelar en plastilina criaturas prehistóricas gigantescas.

El cuaderno con los dibujos se perdió en la noche de los tiempos y los monstruos de plastilina acabaron por extinguirse.

“Me interesaron los dinosaurios, por el pensamiento que tuve de cómo es que criaturas tan imponentes caminaron en la Tierra…”,

Al cabo de los años aquel gusto inocuo de Miguel por los dinosaurios evolucionó, hasta convertirse en un sueño: su sueño de ser paleontólogo.  Con el tiempo Miguel mutó en una especie de experto, un erudito, en animales y plantas prehistóricos.    Y cada vez que volvía con su abuelo Rogelio al Museo del Desierto la gente  se sorprendía de oír a Miguel corregir a los paleontólogos o guías del recinto cuando cometían alguna equivocación durante sus exposiciones.

“Se emocionaba con los paleontólogos que estaban ahí dando su explicación y a veces intervenía, les corregía muchas cosas… y ellos le decían, ‘oiga, ¿usted de dónde aprendió?”, y él respondía,  ’leyendo, conociendo’”, platica Rogelio Cepeda Flores, don Roger, el abuelo.

“Había una vitrina – dice Miguel -donde estaba un compsognathus y mi abuelo me preguntaba, ‘oye Miguel,  ¿a ver qué dinosaurio es éste?’. Yo era pequeño, apenas estaba empezando en estos caminos del interés por los dinosaurios, por la paleontología”.

Miguel lamenta que a pesar de que Coahuila es uno de los 10 yacimientos de fósiles más importantes a nivel mundial, no exista una escuela donde enseñen paleontología.

Miguel de la Hoya Cepeda, 16 años, estudiante de primero de preparatoria, es parte de ese tercio de los chicos en el mundo a los que, según estudios recientes, les gustan los dinosaurios.

“El rango de edad suele oscilar entre los dos y los seis años, aunque algunos niños seguirán manteniendo su entusiasmo por estas criaturas un poco más de tiempo”, se lee en la red de redes. Ese es el caso de Miguel.

“Me interesaron bastante los dinosaurios, por el pensamiento que tuve de cómo es que criaturas tan imponentes pudieron haber caminado en la tierra…”.Dice Miguel mientras caza a un dinosaurio largo y fibroso, que va huyendo con un huevo entre sus patas.

La memoria de Miguel es un depósito enorme de nombres científicos de dinosaurios, familias, subespecies...

¿Cómo hará este bachiller para retener tanta y tanta información sobre estos extraordinarios monstruos de la Era Mesozoica?

“Supongo que tiene que ver con el hecho de querer aprender más, de querer saber y con el hecho de que me gusta ese tema”, dice Miguel.

“No sólo lo veo como un pasatiempo, sino como una meta: llegar a ser un paleontólogo y trabajar en algunas áreas de importancia para esta ciencia”.

Lo cierto es que hay estudios que revelan que los nenes que aman a los dinosaurios “suelen ser más inteligentes que el resto, ya que son más perseverantes, tienden a poner mayor atención y poseen habilidades superiores del pensamiento complejo, como es el procesamiento de la información. Además de que suelen tener mejores habilidades lingüísticas, debido a que su comprensión es mayor”, esto según una investigación realizada en conjunto por académicos de las universidades de Indiana y Wisconsin.

Miguel lamenta que a pesar de que Coahuila es uno de los 10 yacimientos de fósiles más importantes a nivel mundial, no exista una escuela donde enseñen paleontología.

“En Múzquiz por ejemplo – dice Miguel -  se hizo el descubrimiento del primer pterosaurio endémico de México, el muzquizsopteris coahuilensis. Fue encontrado en una cantera de cal.”

Dice Miguel y apresa con sus dedos gráciles el más grande tesoro de su colección: Un fósil de trilobite.

“Este sí es original”, presume con orgullo.

Este fósil de trilobite, original, como el resto de los animales de fantasía de la jungla de Miguel, tiene su historia y su historia se remonta a finales de 2018.

Sucedió durante un viaje que Miguel y su familia hicieron a Zacatecas, Paulina y Chayito, la hermana y tía de Miguel, integrantes de un grupo de baile  folclórico, asistían a una serie de presentaciones en aquella ciudad.

“Decía Miguel, ‘qué aburrido, me la he pasado tomándote video’ y le digo ‘Miguel, te prometo que cuando esto termine vamos a los museos’, y el último día que estuvimos en Zacatecas visitamos un museo”, relata Rosario, la tía de Miguel.

“Hay que evitar la caza excesiva de animales como la ballena y el ajolote además tenemos que cuidar nuestros hábitats.”

Miguel caminaba por el centro de Zacatecas cuando topó con un museo: era el Museo de Minerales de Zacatecas. Dentro del museo había un área de fósiles que exhibía, en su mayoría, fósiles pequeños como amonites, dientes de carcharodon megalodon y trilobites.

De pronto el cráneo de un smilodon fatalis, conocido popularmente como “tigre dientes de sable”, atrapó la atención de Miguel.

“Empecé a hablarle al dueño del museo, como suelo hacer normalmente cuando trato temas de paleontología. Le llamó la atención la forma en la que le hablé, al final me dio el trilobite y a partir de ahí empezamos a comunicarnos”.

Semanas después  el propietario del Museo de Minerales, telefoneó a Miguel para decirle que estaba por abrirse un espacio en la segunda planta exclusivo para fósiles y lo invitaba a cortar el listón de la sala con una conferencia.

El primero de diciembre de 2018 Miguel se hallaba en aquella sala, rodeado por un grupo de paleontólogos, coleccionistas y aficionados, dictando una charla sobre la paleontología en México.

La plática terminó con aplausos y felicitaciones para el chico, mientras el público se preguntaba, ¿quién era ese muchacho espigado, perlina tez y cabello lacio, que hablaba con tanta autoridad sobre dinosaurios?

Miguel fue un bebé prematuro que nació a los siete meses de estar en el vientre de María del Carmen Cepeda, su madre.

Minutos después de venir al mundo los médicos lo conectaron a un respirador artificial. Sus pulmones aun no estaban desarrollados.

Miguel permaneció internado, algunas veces al borde de la muerte.

“Ya no lo contaban, no nos daban esperanzas, porque aparte contrajo una bacteria y entonces se agravó más”.

Cuenta Carmen, “Ya nomás cerraban las cortinas y de repente era de que ‘ya no está fulanito,’ como había muchos bebés prematuros en esa época. Era estar nada más ahí cuidándolo, esperando que en cualquier ratito… todos los días, los abuelos también, nos relevábamos”.

Miguel, que parecía poseer el dominio y poder de un dinosaurio, luchaba por su vida.

Diego tenía dos años cuando conoció  los dinosaurios.

Su padre José fue quien lo inició en el gusto por estos monstruos prehistóricos.

Ambos pasaban las tardes tumbados en la cama mirando sin pestañear documentales sobre el Cretácico.

Entonces Blanca, la madre de Diego, le leía libros sobre los lagartos terribles que habían habitado el planeta hacía 65 millones de años.

“Nomás con oír se le iba grabando”, cuenta Blanca.

No bien había pisado la escuela y aprendido a leer y a escribir, Diego decidió que quería ser paleontólogo.

El cuarto de Diego debe ser como un muestrario del mundo dónde vivieron aquellas criaturas.

-¿Cómo estuvo eso del meteorito que acabó con estos animales Diego?

-Empezó a haber varios cambios en el clima que afectaron a los dinosaurios. Como el meteorito dejo mucho polvo, bloqueó la luz del sol y ya no pudieron crecer las plantas. Los animales que sobrevivieron a la extinción y que pudieron adaptarse al cambio evolucionaron y se convirtieron en los animales modernos…

Recién los padres de Bruno abrieron un canal de YouTube, en el que Bruno, bajo el seudónimo de “Bronusaurio”, sube videos de él en algún museo de dinosaurios, hablando de su fauna preferida.

Los dinos los rescataron…

Diana López es especialista en trastornos de audición y lenguaje y asegura que el gusto por los dinosaurios ha ayudado a sus niños a desarrollar notables habilidades a nivel lingüístico y de comprensión.

Diana es la maestra de un grupo de chiquillos con problemas de lenguaje y  aprendizaje a los que brinda apoyo pedagógico en su escuela particular.

¿ES UN MITO?

Semanario consultó con varios psicólogos sobre si realmente los niños que aman a los dinosaurios son más inteligentes que los demás.

Karla Valdés, directora de la Facultad de Psicología de la UAdeC., señaló “no hay nada demostrado científicamente, son correlaciones espurias que se han encontrado, pero que no son ciertas”.

Por su parte Diana López, docente de  esta institución, subrayó que hay niños muy inteligentes que lo mismo les pueden gustar los árboles que la geografía.

Rubí Ocampo, coordinadora de la Central de Servicios Psicológicos de la Facultad de Psicología, especialista en psicología infantil y terapia familiar, dijo sobre el tema:

“Yo no me atrevería a expresar que los niños  que tiene más desarrollo son los niños que están como más ligados con algunos temas en específico

“Los niños que tienen posibilidades, son los niños que tienen la oportunidad de desarrollar habilidades motrices, habilidades cognitivas, sociales, en un entorno que estimule y favorezca todo eso y es si la escuela lo favorece, si la familia lo favorece, si el niño aprende, va a museos, a exposiciones, si tiene contacto con todo ese conocimiento, claro que sí,  pero puede ser en cualquiera de las áreas”.

Recoció, sin embargo, que hay niños a los cuales les estimula demasiado el tema de los dinosaurios.

“Puede ser que sea un tema que realmente les guste mucho y a través de ese tema que les gusta mucho ellos ingresan a ese campo del conocimiento”.

Detalló además que la inteligencia es una cualidad del ser humano muy compleja.

“Hoy hablamos incluso de inteligencia múltiple, de que las habilidades intelectuales tienen tantos elementos, que un momento determinado incluyen áreas que a veces no consideramos como parte del proceso cognitivo o parte del proceso intelectual.

“La verdad es que todo, la parte social, la parte cognitiva, motriz, lingüística tiene que ver, la parte artística, absolutamente todas y aquello que fomente y favorezca ese desarrollo va dar más posibilidades de que el niño tenga un desarrollo más amplio, con más posibilidades.

La también catedrática de la Facultad  reiteró que la inteligencia depende de dos factores: por un lado el factor personal, es decir, las habilidades o potenciales que posee el niño y por el otro lado, un ambiente que las estimule, que permita el desarrollo de esas habilidades.

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