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Opinión

El eclipse de hoy

Óscar Rodríguez
Por Óscar Rodríguez - 14 mayo, 2022 - 08:05 p.m.
El eclipse de hoy

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

Hoy ocurrirá un eclipse de luna. Y lo mejor de todo es que podremos ser testigos de este evento en la mayor parte del continente americano a partir de las 20:31 horas (tiempo del centro de México) hasta casi las dos de la mañana del lunes. Como se puede notar de inmediato, pocas cosas son tan predecibles como los fenómenos astronómicos. Aquí no hay magia, no hay imprevistos. La exactitud de las predicciones de los especialistas en este tema contrasta con las de expertos de otras ramas del conocimiento que tienen que realizar sus pronósticos con cierto margen de error (en especial los meteorólogos y muchas veces y no muy lejos de ellos algunos economistas).

La palabra “eclipse” proviene del griego “ekleipsis” y se aplica cuando un cuerpo celeste desaparece de la vista. En un origen aún más profundo, “ek” que es “de dentro hacia afuera” y  “leipein” que es “dejar” en el sentido de abandonar o desamparar.

Cuando nos enseñaron este tema en mi época de primaria nos mostraron las partes principales de la historia pero sin abundar en los detalles. Recuerdo que en el libro aparecía una ilustración de los dos tipos de eclipses que son observables con cierta frecuencia: el eclipse de sol, que es cuando la luna se interpone entre nuestro planeta y el sol, y el eclipse de luna, que ocurre cuando la Tierra se interpone entre el sol y la luna (precisamente como ocurrirá hoy).

Lo que no me quedaba claro era el por qué no ocurría un eclipse de sol en cada luna nueva y un eclipse de luna en cada luna llena. Después de todo y de acuerdo a la imagen antes referida parecía ser algo que debía ocurrir con mucha más frecuencia.

Fue hasta algunos años después que me enteré que existe una superficie imaginaria llamada adecuadamente “plano de la eclíptica”, que se refiere al camino que sigue el astro rey en su movimiento aparente visto desde la Tierra a lo largo del año. La órbita de la luna alrededor de nuestro planeta está inclinada aproximadamente unos cinco grados respecto a dicho plano de manera que solamente pueden ocurrir eclipses cuando la luna atraviesa el plano de la eclíptica ya sea durante la fase de luna llena o durante la fase de luna nueva. Esto responde a la pregunta de por qué no ocurren los eclipses cada vez que hay luna llena o luna nueva.

Otra de las cosas que sucede muchas veces es que en la representación gráfica (no solamente de la Tierra y la luna, sino en general del sistema solar) se toman demasiadas licencias en el tema de las escalas. Es por eso que quisiera hacer una descripción de un modelo a escala particular de una parte de nuestro Sistema Solar. Por comodidad, se me ocurre utilizar la escala 1:100,000,000 porque es un número bastante redondo y por lo mismo facilita las conversiones.

En tal caso, nuestro planeta sería una esfera un poco irregular pero de un diámetro de aproximadamente unos 12.7 centímetros (no demasiado diferente del alto de una lata de refresco con capacidad de 355 mililitros) y la luna tendría un diámetro aproximado de unos 35 milímetros (un poco menor que un limón mediano).

Ahora bien, la trayectoria que recorre la luna alrededor de la Tierra a esa escala tendría una forma elíptica con un apogeo (la distancia más lejana a nuestro planeta) de unos 4.05 metros y un perigeo (la distancia menor a la Tierra) de unos 3.69 metros.

¿Y el sol? Pues sería una esfera emisora de luz y calor de un diámetro aproximado a los 14 metros (más o menos la altura de una construcción de unos cinco pisos) ubicado a una distancia de entre 1,475 y 1,526 metros (debido a que la trayectoria de nuestro planeta alrededor del astro rey también es elíptica). Bastante parecida a la distancia en línea recta que hay entre el Museo Biblioteca Pape y el Museo Coahuila y Texas. Listo. Ahora sí ya tenemos un modelo a escala de una parte de nuestro Sistema Solar.

Volviendo al  tema de los eclipses. En astronomía hay un concepto llamado Saros.

El Saros es un período transcurrido desde un cierto punto hasta otro en el que la Tierra, la luna y el sol vuelven a tener aproximadamente la misma posición relativa, lo cual facilita la predicción de los eclipses. El Saros tiene una duración de 223 lunas (unos 18 años y 11 días). Al completar dicho período, la luna se encuentra en la misma fase, en el mismo nodo y a la misma distancia de la tierra. Además el Saros es casi un número exacto de años por lo que la Tierra está casi a la misma distancia del sol.

Si se conoce la fecha exacta de un eclipse se puede predecir que otro casi idéntico ocurrirá un Saros después, aunque debido a la rotación de la Tierra no coincide con un número completo de días, sino que hay un residuo de 7 horas y 43 minutos (muy parecido a la tercera parte del día). Eso se traduce en que el eclipse se “desvíe” casi 120 grados hacia el oeste (casi la tercera parte de la circunferencia) para el siguiente eclipse un Saros después.

Y he aquí otro ejemplo de cómo las matemáticas destruyen la magia. Se acabó el misterio. Todo se reduce a números y operaciones.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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