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Opinión

La música y la comunicación efectiva

Óscar Rodríguez
Por Óscar Rodríguez - 19 diciembre, 2021 - 10:34 a.m.
La música y la comunicación efectiva

La música y la comunicación efectiva

La semana pasada me referí a la música desde el aspecto físico. Sin embargo hay otro componente: la letra. El mensaje que el autor desea comunicar al oyente.

En algún curso de informática que tuve la oportunidad de tomar se tocó el tema de la comunicación efectiva: que el receptor del mensaje interprete correctamente lo enviado por el emisor.

Para ello es indispensable que ambos interlocutores recurran al mismo método de codificación. Si hay un letrero que diga “Eleven quince pies”, un receptor que lo decodifique en castellano puede interpretar que hay algo que debe ser levantado más o menos cuatro metros y medio o bien que un grupo de personas debe poner en el aire sus extremidades inferiores hasta completarse una decena y media. En cambio, si el receptor lo decodifica en inglés, interpretará el letrero como “Once tartas de membrillo”. De allí la importancia de que quien emite un mensaje y quien lo recibe tengan un acuerdo respecto al código que se va a aplicar para la correcta interpretación de la información.

Y esto aplica para la letra de las canciones: la verdadera música de las palabras. Incluso ganadores del premio Nobel de literatura como Bob Dylan y Darío Fo han escrito letras para melodías exitosas.

De hecho, en la letra de las canciones se aplican recursos, mecanismos y técnicas de la poesía, como la sinalefa y la dialefa. Mediante el uso de estos artificios se puede lograr que las diez sílabas de la frase “quince años tenía Martina”, se ajusten a las ocho sílabas que suenan “quinciá ños tenia Martina” (forzando dos diptongos: uno al final de la primera palabra para lo cual se escribe una vocal débil y otro quitando el acento a la tercera palabra) y que es la cadencia a que obliga la melodía.

Y otro posible obstáculo para la comunicación efectiva: el vocabulario.

Por ejemplo, la canción “Hombre” de José María Napoleón. Un amigo de uno de mis primos (ya sé que siempre se dice así, pero en este caso les aseguro que así fue) tenía la interrogante de cómo era una tumba morada… y ¿por qué el autor hace énfasis en el color del sepulcro? La letra en cuestión reza “hombre si te dices hombre / no interrumpas tu jornada / o harás de esta vida tumba / y de la tumba morada”. En verdad parece que el autor resalta la gravedad del color púrpura de la sepultura. Pero suena más verosímil que la palabra “morada” no es utilizada como adjetivo sino como sustantivo, equivalente a “casa”. Aunque no tan frecuente en su uso, el verbo “morar” es sinónimo de habitar. Había una canción brasileña que decía “Moro num país tropical”, es decir “Vivo en un país tropical”.

Ahora bien, cuando la música es lo suficientemente rítmica (pegajosa), la importancia del mensaje de la letra disminuye considerablemente y se pueden escuchar canciones con letras tan extravagantes y a veces sin sentido como “Ob-la-di ob-la-da, life goes on, brah…” o “I am the walrus, goo goo g’joob…” de The Beatles, “De do do do de da da da…” de The Police, “Ma ma se, ma ma sa, ma ma coo sa…” de Michael Jackson, “Waka waka, eh eh, tsamina mina zangalewa…” de Shakira o “Aserejé ja dejé de jebe tu de jebere seibiunouva…” de las Ketchup (aunque en este caso se trata de una referencia a la canción “Rapper’s Delight” de The Sugar Hill Gang).

En lo personal, desde muy pequeño escuché letras de canciones muy elaboradas, por ejemplo, aquella que dice “Quisiera ser golondrina para llevarte mis dulces trinos bajo el alféizar de tu ventana.” Me hacían quedar con mi cara de signo de interrogación. “Bajo ¿el qué de tu ventana?”. O bien esa otra que dice “Y siento tus cadenas arrastrar en la noche callada, que sea plenilunada, azul como ninguna” a la cual mi infantil interpretación era “que se ha perdido un hada azul como ninguna”. Después de todo, las hadas tanto de Pinocho como de la Cenicienta vestían de azul ¿no? Y las primeras veces que escuché las mañanitas entendí “ya viene amaneciendo ya la luz del diablo es Dios” (culpa de la diptongación utilizada otra vez donde no debe ir). Pero bueno, creo que un amigo me superó porque en la misa él escuchaba “que dijiste a tus apóstoles ni pasos dejo ni pasos doy” lo cual resultaba bastante elevado y enigmático por decir lo menos.

Pero la más extrema de mis malas interpretaciones tal vez fue para la canción yucateca “Ella”. En la parte que dice “No sé por qué sollozo y tiemblo” yo entendía “No sé por qué soy oso y tiemblo” y allí me encontraba con la incógnita acerca de los motivos del nerviosismo del plantígrado.

Pasaron los años y surgió un éxito de “Los Ángeles Negros” que dice “Déjenme si estoy llorando” en donde el “si” puede ser interpretado como una afirmación o un si condicional (if…then…else si no ¿para qué rayos sirvieron los años en informática?)… Por suerte en este caso, la misma canción recalca más adelante “Si me ven que estoy llorando es que a solas voy sacando la nostalgia que ahora vive en mi…” Entonces es un “si” condicional. Asunto aclarado.

Por lo pronto y sin que se preste a malas interpretaciones les deseo que pasen ustedes una Feliz Navidad.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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