Bitcoin ha emergido como una fuerza disruptiva que redefine las transacciones y los pagos digitales.
Por: Staff / La Voz
Bitcoin ha emergido como una fuerza disruptiva que redefine las transacciones y los pagos digitales. Este fenómeno, particularmente intenso en México y otros países de la región, está reconfigurando el panorama de transacciones online mientras gobiernos y bancos centrales responden con iniciativas propias.
Uno de los sectores que más rápido ha adoptado los pagos con criptodivisas son las apuestas de fútbol en México y los casinos online, ofreciendo un entorno más seguro, económico y transparente para las transacciones. Pero en Latinoamérica cada país enfrenta sus propios desafíos y oportunidades en la adopción de cripto activos.
La adopción acelerada en México y Latam
México es uno de los mercados más dinámicos para Bitcoin en Latinoamérica, ocupando el tercer lugar en volumen de transacciones de criptomonedas en la región, solo detrás de Brasil y Argentina, con un crecimiento interanual del 35% en 2024.
Dentro del comercio electrónico mexicano se ha comenzado a integrar Bitcoin como método de pago. Marketplaces como Mercado Libre y tiendas especializadas reportan que entre el 3% y el 5% de sus transacciones ya se realizan utilizando criptomonedas, una cifra que representa un crecimiento exponencial respecto a años anteriores.
Aunque aún son pocas las empresas que han implementado pagos con criptomonedas, las marcas de lujo fueron las pioneras al ver el desarrollo de Bitcoin y otras monedas dentro de la economía global.
Otro uso habitual de las criptodivisa en México es para el envío de remesas desde Estados Unidos. Este método de pago reduce los costos de transacción hasta en un 60% comparado con métodos tradicionales y garantiza total transparencia, dos grandes ventajas para sus usuarios.
La adopción de Bitcoin y otras criptomonedas como método de pago en Latinoamérica presenta contrastes notables. Y además de México hay otros países que están avanzando hacia esta nueva economía:
El Salvador
Argentina
Colombia
Perú
Uno de los casos más controversiales es El Salvador, que ha adoptado Bitcoin como moneda de curso legal en 2021. Aunque los resultados han sido mixtos, el experimento salvadoreño ha servido como catalizador para crear conversaciones sobre soberanía monetaria digital en toda la región.
El desafío institucional: Cédula Digital de Banxico
En México, la adopción de criptomonedas sigue en aumento, con Bitcoin dominando el mercado. Y desde las instituciones gubernamentales también se ha impulsado su uso: ya en 2021 el Banco de México (Banxico) anunció el lanzamiento de su propia moneda digital, y su lanzamiento está previsto para finales de 2025.
Conocida como "Cédula Digital" o "Peso Digital", se puede entender esta moneda como un reconocimiento institucional de la inevitable transformación digital del dinero. Banxico busca ofrecer una alternativa que combine la innovación tecnológica con la estabilidad que solo un banco central puede proporcionar.
Esta iniciativa se suma a esfuerzos similares en Brasil con el "Real Digital" y en Chile con el "Peso Electrónico", reflejando una tendencia regional para adaptarse al nuevo paradigma sin ceder completamente el control sobre los sistemas de pago.
El futuro inmediato de los pagos cripto
Para el mercado de pagos digitales en México y Latinoamérica se prevé un ecosistema híbrido donde Bitcoin, stablecoins privadas y monedas digitales de bancos centrales coexisten, atendiendo diferentes necesidades y perfiles de usuario.
Mientras la CBDC mexicana probablemente dominará transacciones cotidianas de bajo valor y pagos gubernamentales, Bitcoin continuará consolidándose en nichos específicos como pagos transfronterizos, remesas y comercio internacional.
Esta pluralidad de opciones representa una democratización sin precedentes del acceso a servicios financieros, en una región donde aproximadamente 45% de la población adulta permanece sin bancarizar.
Con la inclusión de criptodivisas en la economía se pretende ofrecer alternativas que trascienden las limitaciones de la infraestructura financiera tradicional y protegen a los usuarios de las fluctuaciones monetarias nacionales.