Juan Ricardo de los Santos, un vendedor ambulante de 37 años originario de la colonia El Pueblo en Monclova, dejará de percibir entre 500 y 800 pesos diarios debido a la implementación de la nueva ley que prohíbe la venta de productos chatarra en las inmediaciones de planteles educativos. La normativa busca desalentar el consumo de alimentos no saludables entre los estudiantes, pero también ha generado preocupación entre comerciantes como Juan, quienes dependen totalmente de este ingreso para sobrevivir.
Desde hace años, Juan vende hielitos BonIce afuera de escuelas primarias y secundarias, donde ha encontrado un mercado constante. Sin embargo, con la intención de erradicar estos productos y retirar a los vendedores ambulantes, su fuente de sustento se ve amenazada. "Eso está mal lo que hacen en las escuelas", expresó con frustración, señalando que no se trata solo de un negocio, sino del sustento de toda una familia.
El comerciante vive con sus padres, y en los últimos meses la situación en casa se ha vuelto más difícil. Su madre fue sometida a una amputación de pierna y su padre ya no puede trabajar. Él es ahora el único sostén económico del hogar. "No tengo otro trabajo, esto es lo único que hago. Yo llevo la comida a mi casa", comentó visiblemente preocupado.
Juan Ricardo, como muchos otros vendedores ambulantes, enfrenta la incertidumbre de un futuro inmediato sin ingresos. Si bien la intención de la ley apunta a mejorar la salud infantil, también plantea un desafío urgente para quienes subsisten día a día con estas ventas. Comerciantes locales piden a las autoridades considerar alternativas que no dejen desamparadas a familias enteras que dependen de este tipo de comercio informal.