Monclova, Coah.- En la capilla de velación, la sección 288 se convierte en el escenario de un adiós prematuro. Un ataúd blanco reposa sereno, mientras los rostros afligidos de familiares y amigos rodean el lugar. La tristeza se palpa en el aire, mezclada con los recuerdos de momentos compartidos y la incredulidad ante la pérdida de alguien tan joven.
Entre lágrimas y abrazos, la familia de Dominic encuentra consuelo en el recuerdo de su hijo, nieto, hermano. Lo recuerdan como un niño alegre, tierno y amoroso, cuyo brillo no se extinguirá fácilmente en sus corazones. Cada risa, cada gesto de cariño, se convierte en un tesoro preciado que atesorarán por siempre.
En la penumbra de la capilla de velación se despide a Dominic no solo como un alumno brillante y prometedor, sino como un ser humano que dejó una huella imborrable en aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo.
Una sombra de tristeza se cierne sobre la comunidad escolar y la familia de Dominic, un niño de diez años que irradiaba alegría y amor por la vida. El bullicio de la escuela Moderna se ve eclipsado por el silencio, mientras los corazones se llenan de pesar por la repentina partida de este pequeño ser lleno de vitalidad.
El último día de clases antes de las vacaciones de Semana Santa debía ser un momento de alegría y anticipación para Dominic, pero en cambio, el destino tenía preparada una cruel sorpresa. La noticia de su fallecimiento en la noche del jueves sumió a todos en un profundo dolor, dejando un vacío imposible de llenar.
El niño de 10 años estaba muy feliz porque ya saldría de vacaciones y disfrutaría más a su familia y amigos. Su partida deja un vacío, pero su recuerdo seguirá iluminando los corazones de quienes lo amaron.
