Hace unos días me tocó verlo, muchos ya lo han visto, yo lo observé un buen rato, este hombre que al parecer es un indigente que vaga en la zona centro de nuestro Monclova, camina por toda la plaza principal, saluda a las esculturas y finalmente se sienta a un lado de la dama de bronce la que lee un libro, la que jamás lo escuchará, ni le responderá nada, la que no rechaza su cálido abrazo, ni repele su olor.
Ahí abrazado a ella le plática sonriente algún recuerdo, alguna historia, le hablara de quién era él, antes del que es hoy, le declara su amor y le besa la mejilla, la mujer permanece leyendo en la rigidez del metal de su figura.
y el "loco" como todos lo llaman insiste en darle besos llenos de ternura.
Yo trato de imaginar cuánta necesidad de amar y ser correspondido hay en este hombre, que dentro de su realidad vive enamorado de la dama de bronce, que la llena de besos en la mejilla, que triste es contemplar está escena,
Así como él, hay muchas personas con su mente extraviada ante los recuerdos, o la falta de estos, los vemos en las calles y los ignoramos, son como fantasmas hambrientos, sucios y casi desnudos, todos tienen historias supongo que demasiado tristes, tal vez crueles, lo suficiente para huir de la realidad.
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