Contactanos

Coahuila

El traje militar de Carranza

“Carranza, Villa, Zapata, Madero y otros, me llamaron mucho la atención sus trajes, por qué si todos eran mexicanos y luchaban por la revolución, se vestían de distinta manera”

Amador Peña
Por Amador Peña - 03 abril, 2022 - 10:21 a.m.
El traje militar de Carranza

Los viernes representaban un gran día para Andrés García, alumno de quinto grado de la Escuela Primaria Benito Juárez de su pueblo natal, Cuatro Ciénegas de Carranza, Coahuila. Aunque era la ocasión que su maestro le encargaba más tarea, en cambio, podía disfrutar del fin de semana con sus abuelitos.

  ¿Qué te encargaron de tarea para el lunes?  Era la pregunta obligada de don Pancho, su abuelo, antes de realizar cualquier otra actividad.

  Nombre abuelito    le responde de inmediato el muchacho.    Es sobre algo que te va a gustar mucho: de historia.

Y no mentía, era un tema que a don Francisco le apasionaba. Dada la situación que se celebraba ese año el Bicentenario del inicio de la Independencia y el Cente­nario del inicio de la Revolución Mexicana, el maestro de su nieto les había pe­dido entrevistaran a personas grandes de edad que pudieran relatarles algunos hechos o anécdotas interesantes sobre la vida del más ilustre personaje de la localidad: Don Venustiano Carranza Garza “El Varón de Cuatro Ciénegas”.  

  Tu nomás ordenas mijo y empezamos. ¿Qué quieres que te cuente?   Le responde don Pancho, frotándose las manos con mucho ánimo. 

 Te gustaría que te narrara de cuando el Varón fue presidente municipal y se inició por su iniciativa la cons­trucción de la escuela donde estudias: o aquella historia de cuando era mucha­cho trabajando en la labor del rancho Las Ánimas y estando recostado descan­sando a la sombra de un gran mezquite se le subió una enorme víbora de cas­cabel, mientras ésta recorría sus piernas hasta casi llegar el cuello, el valiente muchacho al darse cuenta del peligro sin hacer movimiento alguno casi sin parpadear, fijó su profunda mirada en ella, la peligrosa serpiente bajó de su cuerpo sin hacerle ningún daño; quienes miraban la escena desde lejos queda­ron asombrados, pues reconocieron el temple y la fuerza de carácter de quien de adulto sería un gran héroe. O de cuando...

 No abuelito…    Le contesta Andrés    Eso ya me lo has contado otras veces. Me gustaría escribir sobre algo distinto, mira:   Le señala unas páginas de un libro mientras agrega: 

 En este libro vienen fotografías de distintos personajes revo­lucionarios: de Carranza, Villa, Zapata, Madero y otros, me llamaron mucho la atención sus trajes, por qué si todos eran mexicanos y luchaban por la revolu­ción, se vestían de distinta manera.

Me gusta el asunto    responde don Francisco y añade    ¿Por qué no escribimos sobre el traje militar de don Venustiano Carranza?

Juega, abuelo, sería muy interesante, además todos los niños de la escuela he­mos visto el traje que está en el Museo, hasta podemos ir a verlo de nuevo.

Andrés, rápidamente saca su cuaderno y su pluma e intenta empezar a cumplir su tarea mientras su abuelo le dice:

No, no escribas todavía nada, primero escucha lo que voy a contarte, luego tú relatas lo que más te haya gustado, recuerda que el trabajo será tuyo.   Aconseja don Pancho, mientras se sienta cómodamente en su silla poltrona, eleva sus ojos al cielo tratando de recordar lo que a su vez el también Francisco, su padre, le había contado.

 A la muerte del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez, por órdenes de Victoriano Huerta y un grupo de ex porfiristas que lo rodeaban, el go­bernador de Coahuila don Venustiano y el patriota Congreso del Estado firman en la Hacienda Guadalupe un Plan que se conoce con ese nombre precisamente, donde desconocen al nuevo gobierno usurpador y asesino presidido por Huer­ta, tomando como bandera la Constitución Mexicana. Una de las primeras ac­ciones fue la de conformar un grupo de valerosos combatientes que llevarían por nombre Ejército Constitucionalista.  

Me platicaba mi padre Francisco    recuerda con orgullo don Pancho   que a don Jesús Carranza Garza, hermano del Varón, le correspondió la enmienda de reunir e invitar a los cieneguenses a participar en aquella lucha que sería sangrienta, sin lugar a dudas. Muchos fueron los que se enlistaron de inmediato, mi abuela doña Anamaría Rodríguez le llevó a don Jesús a sus tres hijos: mi padre Francisco, Manuel Saúl y mi tío Julián Facundo de apenas 12, 13 y 14 años, al verlos le dice a mi abuela:  

 Pero doña Anamaría, si estos muchachos son casi unos niños.

No importa la edad, mucho le pueden servir a la patria, en estos momentos los necesitan, lléveselos usted.  

Los registraron para trabajos especiales menos mi padre Francisco que era el más pequeño, mi tío Julián murió en una de las batallas de Candela y mi tío Manuel Saúl llegó a ser teniente de caballería y hombre muy valioso a las órdenes del general don Pablo González.

 Cuando tomaba fuerza el combate contra el ejército federal del gobierno usur­pador – añade don Pancho - algunos allegados le aconsejaron a Carranza vestir un uniforme militar como se requiere en cualquier guerra para poder distinguir quien llevaba el mando y de qué ejército eran. No faltó el que sugiriera trajes como los de los insurgentes Allende y Morelos, otros más, como el de Bolívar. 

 Ya parece como me voy a ver  les respondió con aquella seriedad que le caracterizaba al ilustre Varón, mientras agregó:

 Me parecería a don Porfirio con su traje al estilo de los monarcas europeos rematado con el ridículo gorro de plu­mas en la cabeza y en el pecho las vanidosas condecoraciones.

 La revolución se conformó en divisiones y sus líderes utilizaron distintas ves­timentas. Villa, en algunos casos utilizaba casco y traje de combate caqui, aun­que se cambiaba a menudo para despistar a los enemigos; Zapata le gustaba portar el traje charro, Madero en la primera etapa revolucionaria gustaba del traje de levita con sombrero de bombín. 

 Carranza era un hombre acostumbrado al trabajo rudo del campo, sobre todo, el más difícil, el del desierto, a los climas inclementes y utilizar el caballo para recorrer grandes distancias. Además de su franqueza y sencillez, le gustaba lo sobrio como su mismo carácter, prudente y parco en el hablar, de firme voluntad, paciente y mesurado en los momentos difíciles, por tal razón se explican todas estas cualidades en el traje que escogió para emprender las duras luchas.

  Abuelo… - interrumpe el muchacho   esto que me dices ¿Cómo puede estar en el traje de don Venustiano?

Ah, pues en mucho    se emociona el viejo mientras aclara:

 El saco era de línea austera, es decir seria y completamente sencilla, sin ningún adorno salvo las bolsas que en unos sacos utilizaba dos en otras cuatro, según las circunstancias y la botonadura dorada que tenía en alto relieve escudo del águila con las alas abiertas y de frente como era en la época, el color era verde seta, un color más bajito que el olivo, como nunca aceptó ningún grado militar, más que el de Pri­mer Jefe del Ejército Constitucionalista, el saco en sus hombros no llevaba cha­rreteras que son unas cintillas para colocar las insignias de grado en la milicia, así es que era completamente liso, recto y casual tipo guerrera, con cuello era cerrado para evitar dobladuras llevaba una tirilla de celuloide al interior; el pantalón era de montar confeccionado con la misma tela y color que utilizaba con botas de charol o de montar, en lugar de quepí portaba con altivez un sombrero de fiel­tro alto de color gris de cuatro pedradas a la usanza de los norteños.

 Abuelo…   interrumpe Andrés    ¿Siempre andaba vestido así?

 Era su vestimenta preferida, aparte como decía mi padre, por su altura, su lar­ga barba, grueso bigote y sus lentes que utilizaba para ver de lejos, se veía al mismo tiempo fuerte e imponente con la grandeza de un valeroso titán. Ya co­mo presidente en eventos formales usaba jaquet, un traje formal de saco negro y pantalón del mismo color con rayas grises. Pero por lo regular no se separaba de sus trajes de campaña, como decía el General Urquizo “su traje favorito des­de que se lanzó a luchar contra Huerta, hasta que cayó acribillado a balazos en Tlaxcalantongo” el 21 de mayo de 1920.

 En nuestro museo tenemos un traje como ésos abuelo, qué bueno que lo po­demos apreciar.   Añade el nieto    mientras don Pancho intenta culminar la char­la diciendo:

 Con uno de esos trajes como excelente jinete que supo demostrar que era, atravesó desiertos, valles y montañas, se recuerda como ejemplo la gesta heroi­ca cuando montado en su caballo negro cruzó el desierto coahuilense hasta lle­gar a chihuahua y atravesando la sierra llegó hasta Sonora, era un hombre de ese arrojo, de esa tenacidad y ese valor para defender los ideales que trans­formarían a nuestro país en un país de ley, justicia y democracia

El vaivén de la silla poltrona de don Francisco le sirve como de arrullo y el fuerte calor lo obligan a iniciar su acostumbrada siesta. Andrés, toma su pluma y se apres­ta a escribir su historia, contempla de nuevo la fotografía del Ilustre Varón de Cuatro Ciénegas, hombre de su mismo pueblo que alguna vez de niño jugó por sus calles y su plaza como él mismo lo hace ahora. Lo acerca con mucho respeto a su pecho y lo ve, como dijo su abuelo: “Fuerte e imponente, con la grandeza de un valeroso titán... con uno de esos trajes, como excelente jinete atravesando desiertos, valles y montañas, luchando por darnos un México de ley, justicia y democracia.

Proyecto del Colegio de Investigaciones históricas del Centro de Coahuila, A.C. para ofrecer una versión histórica para niños. Los datos son verídicos.

Fotografías: Museo de Carranza y Fototeca Nacional.

  • El traje militar de Carranza

  • El traje militar de Carranza

  • El traje militar de Carranza

  • El traje militar de Carranza

  • El traje militar de Carranza

  • El traje militar de Carranza
  • El traje militar de Carranza
  • El traje militar de Carranza
  • El traje militar de Carranza
  • El traje militar de Carranza
Artículos Relacionados