En el año de 1986 la familia Moreno tenía un pequeño rancho de apenas 3 hectáreas cerca del Ejido el Oro, donde Don José, patriarca de la familia cuidaba celosamente su ganado caprino que constaba de 300 cabezas, el resto de la familia vivía en Monclova pero casi a diario acudían a visitarlo.
Fue en el otoño de ese mismo año cuando Doña Epifanía junto con su hija Carolina quien estaba embarazada de su tercer hijo y su esposo Eleazar visitaron el rancho como lo hacían cada semana, el día transcurrió de forma normal y ya caída la noche la familia decidió regresar a la ciudad.
Para regresar a Monclova, solo había un camino de terracería de más de 5 kilómetros que te lleva al entronque con la carretera a Candela, cabe mencionar que el camino esta casi despoblado pues no son mas 4 ranchos en toda esa área.
Cuando la familia llevaba cerca de 10 minutos de recorrido en su vieja camioneta Chevrolet 1963 color celeste Carolina vio una luz a lo lejos la cual llamó su atención, pues en el lugar era raro ver luces ya que no se contaba con energía eléctrica y quienes la tenían era a base de plantas generadoras.
La mujer siguió viendo fijamente la luz por varios minutos, algo en ella le llamaba fuertemente la atención, conforme pasaban los segundos esta se hacía más brillante y parecía moverse, Carolina en su curiosidad decide preguntar a Eleazar de donde provenía esa luz a lo que su marido le contestó que probablemente sería del rancho El Grande el cual se encontraba en ese dirección, la familia siguió su camino pero de un momento a otro la luz se había movido de lugar drásticamente, Carolina con voz nerviosa le dice a Eleazar que aquello se había movido y ahora se encuentra en la parte trasera de la camioneta cuando antes se encontraba a la izquierda; en ese momento el esposo busco la luz por los espejos laterales y el retrovisor pero no la encontró, al voltear a su izquierda ahí estaba de nuevo, al observarla por unos segundos esta se abalanzó contra la camioneta y al mismo tiempo comenzó hacer mucho aire pero sin levantar polvo, solo los plantas se movían de forma violenta mientras el silencio, el miedo y la confusión reinaban el lugar.
Eleazar decidió pisar a fondo el acelerador de la vieja Chevrolet sin importar los baches y las piedras de la terracería, a pesar de la gran velocidad que lograron la luz seguía ahí como si el tiempo se pausara, en momentos estaba frente al automóvil para luego pasar a los lados y así giraba alrededor de la familia.
Doña Epifania la cual iba al lado derecho, tomó su rosario y comenzó a rezar, Carolina asustada miraba como la luz insistente seguía sobre la camioneta por lo que decidió enfocar su mirada buscando una explicación sin embargo solo logró describir aquello como una luz intensa que la segaba al mirarla y tenía una forma redonda, al principio quiso pensar que era un helicóptero o algo perecido sin embargo aquello no emitía ningún sonido, fue entonces que recordó que había leído en viejas revistas de “Selecciones” donde mencionaban que seres de otros planetas visitaba la tierra y raptaban a mujeres embarazadas por lo que su miedo creció más.
Por su parte Eleazar se concentraba en no volcar pues el camino estaba en muy mal estado y el velocímetro marcaba de mas de 100 kilómetros por hora, recuerda que las luces de la camioneta no eran necesarias pues aquello alumbraba toda la zona, luego de varios minutos de una intensa persecución logró ver el entronque de la carretera a Candela pensando que ahí sería el camino mas seguro, justo al llegar a la carretera la luz despareció, en un abrir y cerrar de ojos todo había regresado a la normalidad, aquello ya no estaba ya no hacia viento y solo el ruido del motor acelerado seguía sonando, la familia aun asustada seguía buscando en el cielo la luz intensa pero no había nada solo una cartera vacía, oscura y un cielo estrellado.