Como si se tratara de los días festivos como el de Navidad y día primero del año, la afluencia de vehículos y personas ha disminuido en las calles de Monclova debido a la contingencia que se está viviendo por el coronavirus.
La sensación es como la de una película donde hay una ciudad fantasma, parece increíble, pero es cierto, las calles de la ciudad están solas, sobre todo las del primer cuadro que desde temprana lucen solitarias.
Negocios, centros comerciales, todo está cerrado.
Muy pocas personas están en el primer cuadro, principalmente en las sucursales bancarias pues van a realizar algún pago, pero todo lo demás comercios, vendedores ambulantes, artistas urbanos, trabajadores del municipio, pasajeros en las paradas de camiones, han desaparecido.
Los taxistas ya no suelen andar de prisa, tocando el claxon a quien se les atraviese o esté obstruyendo su paso, no se observan los vendedores de globos, algodones de azúcar ni los viejitos se sientan en la plaza de “Los enchilados”, no hay familias haciendo sus compras.
Calles que normalmente se encontraban repletas de personas como De La Fuente, Juárez, Zaragoza, Allende, Hidalgo, Abasolo están solitarias, de vez en cuando se observan solo algunos camiones urbanos y algunos vehículos particulares, nunca había existido tanto silencio, tanta ausencia en esta parte de la ciudad.
Durante un recorrido realizado, se pudo observar que incluso pasaban hasta 5 minutos por algunas de las avenidas para que circulará un automóvil y la mayoría de los que se observaban vehículos de plataforma o taxis convencionales.
Así luce Monclova hoy, pero mañana lucirá radiante, llena de vida, volverá a ser mejor que antes, porque los ciudadanos son fuertes como esta ciudad, una ciudad de acero.