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Coahuila

Es la historia de María Victoria y Don Gabriel ¡Una lucha desesperada por la vida!

El peso de la edad y la enfermedad los doblega para salir adelante

Por Teresa Muñoz - 05 agosto, 2024 - 11:28 a.m.
Es la historia de María Victoria y Don Gabriel ¡Una lucha desesperada por la vida!

MELCHOR MÚZQUIZ, COAH.- En la tranquila colonia Progreso ubicada al Nor-Oriente de la cabecera municipal de esta localidad, María Victoria Charles Vitela y su esposo Gabriel enfrentan una lucha desgarradora. 

El peso de la edad y la enfermedad se ha vuelto insoportable para esta pareja, cuyos sueños de una vejez tranquila se han desvanecido en la penumbra de la desesperación.

María, describe su situación con una mezcla de tristeza, resignación, ante lo cual rompe en llanto y clama a la población en general les brinden apoyo para hacer sus días más llevaderos o bien algún empleo.

"Los padres son los cimientos y pilares de sus hijos", dice, "pero cuando llegamos a la tercera edad, esperamos recibir apoyo y protección de nuestros seres queridos". Sin embargo, María y su esposo enfrentan una realidad diferente.

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Don Gabriel, compañero de vida de María, sufre de enfisema pulmonar, sus pasos se vuelven cada día más lentos, su respiración más agitada, su semblante refleja tristeza y resignación, -ya no soy el mismo de hace 20 años cuando tenía la fuerza suficiente para trabajar en las minas, hoy solo estoy a la espera de que me llegue la muerte silenciosamente- menciona.

Los medicamentos que necesita son prohibitivamente costosos, y la pareja vive en una pequeña vivienda de dos cuartos con un techo de láminas viejas llenas de agujeros. 

Tienen acceso a los servicios básicos, pero desafortunadamente el agua que es tan esencial para los seres humanos no llega a dicho sector ubicado a las orillas de esta ciudad.

La empatía de la sociedad y la caridad de las personas se han convertido en su única esperanza por ello es que el ama de casa muy de mañana recorre las calles de Múzquiz, en espera de tocar la puerta de algún hogar y recibir una ayuda, alimento principalmente para tener que comer.

Menciona que cuando de plano no hay nada para alimentarse, se va al monte, camina por horas hasta encontrar nopales o quelites y los prepara para ella y su marido.

María se desahoga: "Ya no sabemos qué más hacer. No podemos trabajar porque yo cuido de mi esposo y cuando salgo a la calle, es para buscar cualquier trabajo que nos ayude a sobrevivir", la situación es desesperada y la agonía de María y Don Gabriel parece no tener fin.

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En un giro inesperado, María Cristina Rodríguez Hernández, una ciudadana que creció en el Municipio de Múzquiz pero ahora reside en Lagos de Moreno, Jalisco, arriba al domicilio de la pareja, trae consigo lo poco que tiene, consciente de las precarias condiciones en las que viven su hijo y nuera.

En su ir y venir, María Victoria observa un cortejo fúnebre en la zona centro y suspira diciendo: "Quisiera ser yo quien va en ese ataúd, para que finalmente termine este suplicio", la vida se ha vuelto insoportable, y la muerte parece la única liberación puesto que señala en reiteradas ocasiones ha pensado en el suicidio.

La historia de María Victoria Charles Vitela y Don Gabriel es un recordatorio doloroso de las dificultades que enfrentan muchos ancianos en nuestra sociedad. Su lucha por la vida y la dignidad merece nuestra atención y compasión por lo cual hay que extender la mano amiga a esta pareja desamparada.

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