SABINAS, COAH.- La región carbonífera enfrenta una crisis silenciosa que afecta a los más vulnerables: los niños. Cientos de menores de edad se encuentran en situaciones de riesgo debido a la negligencia, el maltrato y la falta de protección adecuada por parte de sus padres o familiares. Estos niños, que a menudo no pueden defenderse, son víctimas de un sistema que falla en garantizar su seguridad y bienestar.
Uno de los casos más desgarradores recientes es el de un pequeño de tan solo dos años que falleció después de presentar un cuadro grave de desnutrición. Según familiares cercanos, el niño había pasado cinco días sin comer antes de su muerte. Esto por presuntamente negligencia y omisión de cuidados por parte de los padres, los cuales en ver de ser culpables los victimizaron y apoyaron económicamente desconociendo los sucesos.
Las autoridades ya habían retirado a otro menor de ocho meses de la misma familia debido a la omisión de cuidados, encontrándolo en un estado de extrema negligencia, infestado de piojos. Este trágico incidente resalta la gravedad de la situación y la falta de intervención oportuna que podría haber salvado la vida del pequeño.
Otro caso alarmante es el de una niña de la Villa de Agujita. Su madre, al no reconocer al padre biológico, registró a la niña con los apellidos de su pareja actual. Ambos adultos, según declaraciones de la familia materna, consumen sustancias prohibidas y descuidan gravemente no solo a la niña, sino también a su hermanito, ambos menores de edad. Aunque la niña fue inicialmente entregada a un familiar paterno, las instituciones responsables de proteger a los menores finalmente decidieron devolverla a sus padres, quienes claramente no son aptos para su crianza.
En este último caso, el padre biológico enfrenta enormes obstáculos para poder reclamar la paternidad de su hija. Para iniciar un proceso legal que le permita rescatarla, necesita alrededor de 100 mil pesos, además de pagar dos pruebas de ADN y paternidad, cada una con un costo aproximado de 40 mil pesos. Sin recursos económicos suficientes, este padre se ve impotente, mientras su hija continúa viviendo en condiciones deplorables. La falta de apoyo legal como algún abogado de oficio accesible en nuestro país agrava la situación, dejando a este padre y a su familia con el corazón destrozado, incapaces de salvar a la pequeña.
Estos dos casos, cuyos nombres se omiten para proteger la identidad de los menores, son solo un reflejo de la realidad que viven muchos niños en nuestra región. La falta de voz y protección para estos menores es un problema profundo y sistemático. Muchos de ellos mueren en silencio, llevando su sufrimiento a la tumba, mientras otros terminan en casas hogar donde, según testimonios de niños que han estado allí, también enfrentan situaciones traumáticas que afectan su salud mental y emocional.
La desesperación de las familias es palpable. Con lágrimas en los ojos, se preguntan: "¿Hasta cuándo?" ¿Hasta cuándo las instituciones de protección infantil harán su verdadero trabajo? ¿Hasta cuándo estos pequeños tendrán una voz que los defienda? Es urgente que las autoridades revisen y fortalezcan los mecanismos de protección infantil, asegurando que cada niño en nuestra región, y en todo el país, pueda crecer en un ambiente seguro y amoroso. La vida de estos niños depende de ello, y su silencio no debe continuar siendo ignorado.