“Comencé a sentirme mal y muy cansada, pero pensé que era por toda la tensión e incertidumbre que se vivió con la muerte de mi papá, así que no le tomé importancia. Casi un mes después fuimos a Acapulco y me sentí peor”, narró.
Sin embargo, el punto álgido llegó cuando ella y su familia viajaron a Acapulco; donde ella estuvo mareada y con vómito casi todo el tiempo. Y ahí fue donde cayó en cuenta de que tenía un retraso, por lo que decidió que a su regreso iría al ginecólogo.