Solamente 100 pesos traía Vicente Fernández la primera vez que entró a Estados Unidos, como parte de una caravana artística que llegó a Los Ángeles.
De este momento, conservó una foto en la que aparece caminando por las calles del glamoroso Hollywood; “andaba yo de baboso viendo las estrellas del Paseo de Hollywood, también veía las camisas de los aparadores”.
“Pero pues llevaba 100 pesos mexicanos y las camisas, cualquiera valían 30 dólares, que era un mundo de dinero”, señaló el artista. En esa ocasión iba a cantar en una casa de discos, en la que ni siquiera había micrófono junto con las Hermanitas Huerta; ahí lo escucharon los productores que lo contrataron para hacer su primera gira en EU.
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Lo demás no fue historia sino la construcción de su emporio; “desde aquí hasta allá”, le respondía Vicente Fernández a quienes lo visitaban en su rancho Los Tres Potrillos cuando le preguntaban hasta dónde abarcaba sus tierras.
“Hasta allá”, era hasta donde se divisaba el horizonte y “desde aquí” era la entrada del rancho, en donde construyó la Arena VFG.
Pero no lo decía para presumir, sino como una expresión de una sencillez que nunca abandonó: él siempre se asumió como un hombre de campo, que se maravillaba igual que cuando caminó aquella vez por Los Ángeles.