En febrero de 2018, en una reunión en Ginebra, expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelaron una lista de enfermedades, las cuales debían ser prioritarias para su atención y análisis.
El listado contemplaba padecimientos como el ébola, el zika, fiebre de Lassa, el SARS y el MERS y además se incluía una misteriosa “enfermedad X”.
Esa era una forma de representar a un patógeno desconocido que podría enfermar a los humanos. Éste podría mutar desde los animales a las personas y tendría una propagación rápida y silenciosa con altos índices de mortalidad.
Sí, ésta [la COVID-19] es definitivamente la enfermedad X. Enfermedad X fue un concepto que representaba algo inesperado que desconocíamos”, afirmó a la BBC Josie Golding, jefa de epidemiología de la organización de Investigación Welcome Trust en Londres.
Hubo mejoras en investigación
Esa reunión de hace dos años tenían como objetivo enfocar posibles emergencias ante una enfermedad desconocida. Esto influyó a que diversas empresas se orientaron a la producción y desarrollo de vacunas, así como a la elaboración de protocolos de investigación de virus animales.
Sin embargo, aunque hubo buenas respuestas ante la pandemia de coronavirus, no fue suficiente porque no se conceptualizó lo que realmente podría pasar, de acuerdo con Alfonso Rodríguez-Morales, profesor de Salud Pública e Infección de la Universidad Tecnológica de Pereira, en Colombia.
Golding destacó que el gobierno chino actuó con velocidad ante los primeros casos, pero posteriormente al crear una prueba confiable para detectar el SARS-CoV-2 ello “toma tiempo” y consideró que el mundo pudo estar mejor preparado para diagnosticar la enfermedad.