Las restricciones contra la educación de las mujeres en Afganistán continúan endureciéndose. Ahora, las estudiantes de obstetricia y enfermería denuncian que se les ha prohibido regresar a clase, eliminando una de las pocas oportunidades que tenían para acceder a formación profesional en medio de un contexto de creciente exclusión educativa.
La organización Human Rights Watch (HRW) denunció que esta medida, aunque no confirmada oficialmente por las autoridades talibanes, cierra una de las últimas "lagunas" que permitían a las mujeres acceder a formación académica en el país. Desde que los talibanes retomaron el poder en agosto de 2021, las mujeres han sido excluidas de la educación secundaria y superior, y ahora la formación médica también parece ser inalcanzable.
Tayaba, una estudiante de 26 años, relató a la agencia EFE cómo el lunes, directivos y profesores de su instituto médico les informaron sobre la nueva prohibición, atribuyéndola a una orden directa del máximo líder talibán, el mulá Hibatullah Akhundzada.
"Comencé hace un año a estudiar enfermería, pero esta puerta también se nos cierra", expresó Eman, otra joven estudiante de 24 años. Para muchas de estas mujeres, estas clases representaban no solo una oportunidad profesional, sino también un escape de la reclusión a la que se ven sometidas en sus hogares.
La decisión no solo afecta a las aspiraciones de las mujeres, sino también al ya frágil sistema de salud en Afganistán. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), el país enfrenta un déficit crítico de personal sanitario femenino, con una necesidad urgente de al menos 18,000 parteras para cubrir la demanda.
Afganistán tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo: una mujer muere cada hora debido a complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto. Las restricciones a la educación médica femenina agravan este problema, ya que muchas familias afganas prefieren que sus mujeres sean atendidas por personal sanitario femenino, lo que limita aún más el acceso a cuidados médicos esenciales.
Los talibanes han argumentado en repetidas ocasiones que las restricciones son temporales y que se levantarán una vez se resuelvan "cuestiones logísticas". Sin embargo, estas promesas no han dado frutos, y las mujeres continúan siendo excluidas de espacios educativos, laborales y sociales.
Wagma, una estudiante de 28 años, expresó su desesperanza: "Estas clases nos daban esperanza después de estar aisladas en casa... Pero esta esperanza también se acabó".
La exclusión de las mujeres de la formación médica no solo limita sus derechos fundamentales, sino que también representa un serio retroceso para el progreso social y sanitario en Afganistán.
La comunidad internacional ha condenado estas medidas, pero las sanciones y la presión diplomática no han logrado revertir la creciente opresión que enfrentan las mujeres bajo el régimen talibán.
En un país donde las mujeres ya enfrentan condiciones extremas, cerrar las puertas de la educación médica es un acto que no solo profundiza la desigualdad de género, sino que también pone en riesgo la salud de millones.