La reciente detención de dos presuntos asesinos seriales en México, ha desatado una ola de protestas para exigir justicias para las víctimas, más en estos tiempos en que los feminicidios han ido en aumento en el país, que es azotado por una espiral de violencia, generada principalmente por los cárteles del narcotráfico.
El caso más espeluznante que se ha registrado en los últimos años, sin duda es el de Andrés “N”, un hombre de 72 años, que fue detenido hace unos días (18 de mayo) por su presunta responsabilidad en la desaparición y asesinado de una mujer de 34 años, quien era su conocida y vecina.
Pero esa detención, solo fue la punta del iceberg, ya que el detenido confesó haber asesinado al menos a 20 mujeres en los últimos 30 años.
Algo que no solo sorprendió a familiares de mujeres desaparecidas en el Estado de México, lugar donde se realizó la detención, sino de las propias autoridades y la sociedad en general.
Ya que al hombre de 72 años le fueron encontradas varias credenciales de elector, de sus presuntas víctimas, por lo que familiares de mujeres desaparecidas han acudido a las autoridades para saber si su familiar está entre las víctimas de este presunto multihomicida confeso.
Andrés N, fue detenido en Atizapán, en el Estado de México, y de acuerdo a informes varias mujeres han desaparecido en ese municipio y en Tlalneplantla, zona conurbada, por lo que familiares de personas desaparecidas han acudido a la fiscalía mexiquense para realizarse exámenes de ADN y comparar con los resultados de los restos óseos que fueron hallados en la casa del presunto feminicida.
El descubrimiento de este presunto asesino serial ha acaparado la atención de los titulares nacionales, por la forma en que este sujeto se ganaba la confianza de sus víctimas, ya que siendo una persona mayor, las personas se mostraban confiadas y hasta cierto punto, vecinos dijeron que sentían lástima por él, al verlo de edad avanzada y con escasos recursos.
De acuerdo a información oficial, el presunto feminicida abusó de algunas de sus víctimas y las mutiló, en algunos casos se comió las partes del cuerpo.
Asesino serial en la Ciudad de MéxicoLa sociedad mexicana aún no salía del asombro del caso de Andrés “N”, cuando la policía de la Ciudad de México detuvo a Arturo “N”, de 44 años, quien presuntamente mató a su pareja sentimental y a otras mujeres más, de acuerdo a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.
Su detención se dio gracias a los trabajos de una policía encubierta que se ganó la confianza del taxista, quien le reveló lugares y modus operandi para deshacerse de sus víctimas.
Arturo “N”, operaba en la alcaldía de Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, y se le han imputado al menos cuatro asesinatos, realizados en 2016, 2018, 2019 y 2020.
Las autoridades han encontrado similitudes en el modus operandi de Arturo “N”, como es la
zona geográfica de los hechos, así como los rasgos fisonómicos de sus víctimas, además de que eran mujeres entre 30 y 50 años de edad.
El monstruo de EcatepecJuan Carlos, de 38 años, llamado monstruo de Ecatepec, y su pareja Patricia, de 44 años, fueron detenidos el 4 de octubre de 2019 cuando trasladaba restos humanos en una carreola de bebé.
Unos policías que realizaban su rondín habitual, se percataron de la actitud sospechosa de la pareja, y revisaron lo que traían en la carreola, y se llevaron una desagradable sorpresa, al percatarse, que se trataban de restos humanos, que resultaron ser de una mujer desaparecida.
En su declaración, el detenido confesó haber matado al menos a 30 mujeres, aunque las autoridades temen que se trate de más.
El presunto asesino serial abusó de las mujeres y las desmembrada, además confesó que llegó a comer parte del cuerpo de sus víctimas.
Las autoridades los sentenciaron a prisión vitalicia.
La MataviejitasJuana Barraza Samperio se ganó el mote de “La Mataviejitas”, que fue condenada a 759 años de prisión por al menos 17 homicidios y 12 robos en contra de mujeres de la tercera edad.
Calva Zepeda fue detenido en 2007, la policía encontró restos humanos en la casa del “Caníbal de la Guerrero”, unas partes estaban en la mesa, otros en el refrigerado y unos más en una olla sobre la estufa.