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Opinión

Voy a decirlo sin rodeos

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Por - 17 mayo, 2022 - 00:52 a.m.
Voy a decirlo sin rodeos

Voy a decirlo sin rodeos: doña Trisagia asesinó a su esposo. Le administró una pócima hecha con una tercera parte de cianuro, una tercera parte de estricnina y lo demás de arsénico. Eso, dictaminó el forense, habría bastado para enviar al otro mundo a todo el ejército ruso, incluido su jefe, el hideputa Putin. 

El crimen de doña Trisagia conmovió no sólo al barrio, sino al pueblo entero, y aun a la comarca, pues la asesina era mujer de gran religiosidad, piadosa y de muchas devociones. Fungía como secretaria perpetua de la Cofradía de la Reverberación, y encabezaba siempre la procesión de San Sabitas, patrono del lugar, llevando el estandarte con la estampa del santo y el lema “Llora y ora”. El juez le preguntó a la asesina por qué había dado muerte a su marido. “Ya no lo aguantaba, su señoría-replicó ella-. Y no me iba a divorciar de él como una hereje”. 

(Durante mucho tiempo el divorcio estuvo prohibido en Italia por motivos de religión. Entonces la única manera que una esposa o un esposo tenía de desatar el vínculo matrimonial era dar muerte a su cónyuge. Eso se conoció como “divorcio a la italiana”, título precisamente de una divertidísima película de Mastroianni.). 

Metido a la trata de esclavos -eso son los médicos cubanos enviados a México-, López Obrador ni siquiera revisó la calidad de la mercancía que le vendieron a altísimo precio. He recibido mensajes de especialistas internacionales en ciencias de la salud, conocedores de la medicina que se practica en Cuba, que me dicen que el nivel actual de los médicos cubanos, comparado con el de los médicos mexicanos, es el de un paramédico o técnico sanitario. Para colmo los médicos de la Isla no conocen la farmacopea mexicana, y por tanto no están en posibilidad de ejercer debidamente su profesión, Deberían ser objeto de un examen previo aplicado por los colegios o instituciones correspondientes a fin de certificar su grado de conocimientos y nivel de práctica, como se hace en cualquier país antes de permitir que un profesionista extranjero ejerza ahí su oficio. 

La verdad es que la contratación de los multicitados médicos cubanos es sólo una añagaza para entregar dinero mexicano al régimen dictatorial de Cuba. Cara nos está costando la medalla -ésa sí verdadera corcholata- que el gobierno opresor de la Isla entregó a AMLO. En este caso nuestro Presidente está haciendo el papel de lo que en lenguaje marxista se llama “tonto útil”, o sea el ingenuo simpatizante del cual se pueden obtener ventajas y provecho a cambio de adularlo y hacerlo sentir importante. Lo siguiente será traer astrónomos nicaragüenses y arqueólogos venezolanos. Un rabino judío y un cura católico tenían buena amistad entre sí, a pesar de que las cosas de religión suelen suscitar enemistades. Acostumbraban reunirse a sostener sabrosas pláticas. 

En una de esas charlas el sacerdote arriesgó una declaración poco ortodoxa. “No sé por qué -dijo- nuestras religiones nos imponen tabúes que no parecen propios ya del tiempo en que vivimos. Por ejemplo a ti tu religión te prohíbe comer carne de cerdo, en tanto que la mía me veda tener trato con mujer”. Ponderó el rabino: “Y he oído decir que la carne de cerdo es bastante sabrosa”. “Y yo -suspiró el cura- he oído decir que el trato con mujer es mucho más sabroso aún”. Una encuestadora le preguntó a Babalucas: “¿Está usted a favor de la pena capital?”. “Sí -respondió él-, a condición de que no sea demasiado severa”. Llegó una linda chica a la farmacia y le pidió a la encargada: “Me das por favor una caja de toallas sanitarias”. Después de hacer ese pedido alzó los brazos al cielo y exclamó llena de felicidad: “¡Gracias, Dios mío!”. 

FIN. 

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