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Opinión

Las cosas y sus nombres

Las cosas y sus nombres

Oscar Rodriguez
Por Oscar Rodriguez - 12 enero, 2025 - 08:35 a.m.
Las cosas y sus nombres

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

En un fragmento de Cien Años de Soledad, García Márquez nos ubica mencionando que "El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo." Y es que pocas cosas pueden llegar a tener la relevancia que posee el nombrar a alguna persona u objeto.

Lo que queremos distinguir debe tener un nombre asignado, lo mismo aplica para una mascota que para un pueblo, una región o incluso una nación. En diversos episodios históricos se utilizaron barcos cuyos nombres no quedaron registrados, pero identificadores como "La Niña", "La Pinta" y "La Santa María" han servido para referenciar a tres de ellos que participaron en una misión que modificó el destino de al menos un par de continentes.

Incluso en algunas herramientas como en la programación computacional, se permite (de hecho, se requiere) que el programador haga uso de identificadores tanto de variables como de archivos, lo cual permite que el código se ejecute adecuadamente. Recuerdo un antiguo compañero de clases que bautizaba a sus variables según lo que se le ocurría en el momento. Era divertido ver instrucciones con variables con nombres tan insólitos como FOR SOPITA:=1 TO 10 DO. Seguramente el nombre se le ocurrió en la hora de comida.

Esta semana el presidente electo de los Estados Unidos pulsó la lira de la inspiración y tuvo a bien expresar algunas perlas de su conocimiento. En una de ellas declaró su intención de renombrar al Golfo de México como Golfo de América. En otra manifestó su intención de convertir a la isla de Groenlandia en parte de la Unión Americana (también hizo el ofrecimiento a Canadá para que se convirtiera en el estado número 51 pero hasta el momento no ha recibido el "si" ni de los groenlandeses ni de los canadienses).

Recuerdo que en un antiguo mapa aparecía señalado "Mar de las Antillas" o "Mar Caribe". Es decir, cualquiera de los dos identificadores es adecuado para hacer referencia al mismo lugar, aunque me imagino que por cuestiones de manejo de pocas sílabas se ha usado la segunda opción en los casos de "Caribe cooler", "Serie del Caribe" o "Volkswagen Caribe". Algo parecido al "Golfo de California", que también es conocido como "Mar de Cortés". El mismo río Bravo, que forma parte de la frontera entre nuestro país y los Estados Unidos es conocido allá como "Rio Grande". De manera que si en un momento se decide que en los Estados Unidos el Golfo de México sea ahora conocido como Gulf of America creo que la afectación en nuestro país sería mínima.

En el asunto de Groenlandia. Esta isla está considerada la mayor del mundo (si se clasifica a Australia como un continente), con una superficie de 2,175,600 kilómetros cuadrados, es decir un poco mayor que la de la República Mexicana, aunque con una población de solamente unos 57,000 habitantes. Es una nación constituyente del Reino de Dinamarca. Se encuentra entre los paralelos 59° Norte y el 84° Norte y entre los meridianos 11° Oeste y 74° Oeste. Con un clima polar, posee apenas unas pequeñas zonas costeras donde la temperatura durante el verano supera los 10 °C, por lo que su vegetación es de tundra y la agricultura inexistente.

Alguna vez me contaron que los nombres de "Groenlandia" ("Tierra Verde" en su idioma nativo) e "Islandia" ("Tierra Hielo") habían sido invertidos por los vikingos a fin de estimular la migración hacia la primera.

Cuando un nombre se ha arraigado, resulta difícil modificarlo. El nombre de la ciudad de Morelia fue modificado a partir de Valladolid en 1828 y todavía en los libros de texto de hace unos cincuenta años se enfatizaba esa modificación. Otro ejemplo, el estadio Azteca que tuvo ese nombre desde su construcción en 1966 hasta 1997, cuando fue nombrado "Estadio Guillermo Cañedo de la Bárcena". Sin embargo, el cambio no tuvo el recibimiento esperado y el nombre original regresó.

A veces los cambios de nombre llegan a afectar a la población de manera imprevista. Hace unos días aparecieron en la televisión las escenas de los habitantes de una colonia de Tultitlán, Estado de México quienes desinstalaron las señales de nomenclatura vial recién colocada por el gobierno municipal argumentando que tales modificaciones les acarrearían la necesidad de tramitar documentos con los nuevos nombres de las calles.

Todo este asunto me hizo recordar unas frases atribuidas a Abraham Lincoln durante un debate con un colega: "¿Cuántas patas tiene una vaca?" "Cuatro" "Y si puedes llamar ´pata´ a la cola de la vaca; ¿cuántas patas tendría la vaca entonces?" "Cinco" "No. Cuatro. Llamar a la cola de una vaca ´pata´, no la convierte en una como tal". Es decir, la verdad no cambia solo porque modificas el significado de las palabras.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

 

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