Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
El pasado domingo 21 el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden anunció que abandonaba su carrera por la reelección al tiempo en que manifestó su apoyo a la actual vicepresidente Kamala Harris. Días después de este hecho se publicó que Harris está siendo apoyada por un número suficiente de delegados de su partido para ganar la nominación como candidata a la presidencia. Además algunas fuentes han señalado que las encuestas acerca de las preferencias electorales se han inclinado a favor del partido demócrata en los días más recientes.
Así que todo parece indicar que nuevamente Donald Trump enfrentará a una mujer en las elecciones presidenciales, igual que en 2016. En aquella ocasión su oponente Hillary Clinton obtuvo una mayor cantidad de votos (poco menos de 66 millones contra casi 63 millones de Trump) según cifras oficiales, pero éste último resultó triunfador por la metodología utilizada en las elecciones estadounidenses.
He escuchado algunas opiniones en el sentido de que "ya le toca" a una mujer llegar a la presidencia del país más poderoso del mundo. Reconozco que no tengo los conocimientos necesarios para juzgar declaraciones de este tipo pero me parece que el género de una persona es un atributo más, como su estatura, su color de piel o su complexión. Eso de que "ya toca" que el poder ejecutivo lo ejerza una mujer me parece tan fuera de lugar como sería afirmar que "ya toca que tengamos un presidente del signo de Acuario".
En uno de sus numerosos libros, Isaac Asimov hace una descripción de los roles que desempeñaba cada género en las primitivas sociedades agrícolas. La mujer requería más atenciones en los últimos meses de su embarazo y por ello se adoptó una división de trabajo: ella tendía a llevar a cabo las actividades de la casa y el hombre se encargaba de abastecer de alimento y brindar protección al hogar. Y es que en general la talla masculina es mayor que la femenina. De hecho cuando se diseñó la placa que la señora Linda Salzman Sagan (esposa del científico Carl Sagan) dibujó y que luego se colocó en las sondas Pioneer 10 y 11, se trató de que abarcaran a todas las razas humanas y se mostraron de proporciones promedio. Y allí aparece el hombre un poco más alto que la mujer.
Ahora con el arranque de las competencias deportivas en París abunda la información histórica de resultados anteriores. Se puede comprobar fácilmente esa diferencia en capacidades físicas entre los diferentes sexos. Si las competencias no estuvieran segmentadas por género seguramente muy pocas mujeres obtendrían medallas. En muchas disciplinas de carreras, lanzamientos, saltos y natación la ganadora de la competencia simplemente no alcanzaría a ganar una medalla contra competidores masculinos.
En los Estados Unidos ocurrió un caso al revés. La competidora de natación de la Universidad de Pennsylvania Lia Thomas nació en mayo de 1999 perteneciendo al género masculino. En mayo de 2019 comenzó el proceso de cambio de género utilizando la terapia de reemplazo de hormonas. Para 2021 había cumplido con los requisitos para formar parte del equipo representativo de su Universidad.
Thomas perdió masa muscular y fuerza debido a la supresión de testosterona y la terapia a la que fue sometida. Su marca personal en la distancia de 500 metros aumentó en más de quince segundos. En la temporada 2018-2019 había quedado en el lugar 554 en la prueba de 200 metros libres, lugar 65 en los 500 metros libres y lugar 32 en los 1650 metros libres. Para la temporada 2021-2022 y compitiendo contra mujeres alcanzó el quinto lugar en los 200 metros libres, primer lugar en los 500 metros libres y octavo lugar en los 1650 metros libres. En 2022, la Federación Internacional de Natación (FINA) prohibió a los contendientes transgénero participar en competencias femeninas. Con ello se frenó la carrera de Lia Thomas.
Pero volviendo al terreno político. La participación femenina en actividades relacionadas a la administración pública y gobierno estuvo restringida durante mucho tiempo en la gran mayoría de los países del mundo. El voto femenino se aprobó en Nueva Zelanda en 1893. A partir de ese momento en la mayoría de los países se permitió que las mujeres votaran. En los Estados Unidos fue a partir de 1920 y en México desde 1947. En otras regiones del mundo esto es más reciente, como en Arabia Saudita en donde las mujeres han podido votar a partir de 2011.
Además, como aún se percibe que en nuestro país existe la desigualdad por motivos de género se impulsó que los partidos políticos postularan una mayor cantidad de mujeres para integrar las cámaras del congreso. Esto puede sonar bastante bien al principio. Pero en la aplicación pueden surgir los imprevistos.
Por ejemplo, en el estado de Michoacán hubo reclamaciones en el sentido de que ocho hombres usurparon espacios destinados a mujeres trans con el fin de obtener cargos de elección popular. Otra vez, me parece que emparejar las cantidades de candidatos de acuerdo a su género es como si se tomara la decisión de enviar a las olimpiadas a una cantidad similar de hombres que de mujeres. Creo que deberían ir quienes tienen oportunidad de conseguir una participación destacada, sin importar su género. Pero con mi limitado entendimiento ¿quién soy yo para comprender lo que le conviene a la Patria? Menos mal que tenemos gente capacitada a cargo de esos menesteres.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será más adelante.
Que tengan ustedes una excelente semana.