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Opinión

La solución final

Marcos Durán Flores
Por Marcos Durán Flores - 17 enero, 2022 - 09:54 p.m.
La solución final

La solución final 

Era la mañana del 20 de enero de 1942 y la nieve cubría el paisaje de la Villa Marlier, una hermosa propiedad del distrito berlinés de Wannsee en las afueras de la capital alemana. Reunidos en ese lugar, Reinhard Heydrich en representación de Heinrich Himmler, el oscuro jefe de la Schutzstaffel, mejor conocida como las SS, Adolf Eichmann, jefe de asuntos judíos de la Oficina Central de Seguridad del Reich y un grupo de altos oficiales planificaba la “Solución final” al “problema judío” en Europa. La reunión estuvo encabezada por  

 Desde la aprobación en 1935 de las leyes de Nuremberg, había iniciado la eliminación de esta raza en Alemania pues se les consideraba inferior. Lo primero fue despojarlos de sus derechos, luego de sus bienes y al final de sus propias vidas.  

 Adolf Hitler había dejado en claro desde 1939 cuáles eran sus intenciones con respecto al destino de los judíos en Europa. En un discurso ante el Reichstag, afirmó que “Si los financieros judíos internacionales dentro y fuera de Europa logran sumergir a las naciones una vez más en una guerra mundial, entonces el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza judía en Europa.  

 Ya en 1941 las matanzas eran sistemáticas: Se les fusilaba, ahorcaba, ahogaba o forzaba a trabajar hasta morir. Hombres y mujeres, niños y ancianos, todos eran inservibles para el futuro de la “raza superior” imaginada por el Führer. Después, a la lista se sumaron gitanos, homosexuales, enfermos mentales o con alguna discapacidad o debilidad física, personas “indeseables” para el nazismo y su idea de una “nueva sociedad”.

Pero los judíos se contaban por millones y Hitler se mostraba impaciente pues los métodos utilizados no mostraban la eficacia y rapidez que esperaba y en enero de hace 80 años, se implementó un elaborado plan para acelerar su exterminio. La eliminación de los judíos de Europa iba a ser el corolario de un plan meticuloso y adoptado con entusiasmo. Los judíos iban a desaparecer como parte integral de un programa industrial coherente. La Solución Final iba a ser un objetivo tan importante como ganar la guerra. 

 Surgió así la idea de utilizar el gas Cyclon B, que de verdad aceleró el proceso pues tan solo en el campo de concentración en Auschwitz fueron asesinados cuatro millones de personas y seis millones de judíos perecerían durante el Holocausto. 

Esta ha sido la mayor matanza y el mejor ejemplo de limpieza social en la historia de la humanidad. Más tarde Stalin y Mao intentaron seguir su ejemplo eliminando a muchos que consideraban “indeseables”, pero ninguno alcanzó el grado de industrialización de la muerte que llegó a tener la Alemania de Hitler. 

Por eso causa indignación los resultados de un estudio elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que reveló que una parte de los mexicanos se mostraría tolerante al exterminio de población “indeseable”. La pregunta del estudio es sencilla: ¿Usted aprobaría que maten a gente considerada indeseable, o no aprobaría que la maten, pero lo entendería, o no lo aprobaría ni lo entendería?” y un 40 por ciento de los mexicanos toleraría un exterminio.  

 Con los niveles de inseguridad que vivimos y en “pánico moral”, es fácil reaccionar en forma discriminatoria pues tememos ser dañados en nuestra integridad física o patrimonial y preferimos la desaparición de otro grupo visto como amenaza. 

El ambiente es terreno fértil, pues amedrentados y hartos de la violencia, nos volvemos hostiles y se avala como lo demuestra el estudio, la “limpieza social”. Los ejemplos son pródigos en esto: “Parecía malo” por eso lo mataron, “de seguro estaba metido por eso lo desaparecieron”. Nos hemos deshumanizado y discriminamos entre “buenos” y “malos”, una simplificación que en sus etapas siguientes llega a la persecución por credo, raza y preferencias políticas, que en una sociedad como la nuestra llena de pobreza, mezclas raciales y diferencias sociales.  

 Al conocer los resultados de la encuesta, recordé la frase que nos revela mucho al respecto: “Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. La dijo Adolfo Hitler.

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