Tolerancia, liberalismo y democracia fueron los principios rectores con base en los cuales se fundó hace 111 años la Universidad Nacional de México y que indudablemente ha cumplido con creces.
Sin desconocer sus antecedentes en las instituciones científicas y culturales surgidas en el Virreinato y el siglo XIX, la Universidad nació como una entidad diferente en la que confluyen diversas corrientes del pensamiento, las cuales se conducen bajo cánones de respeto y diálogo con fines educativos y de construcción y difusión del conocimiento.
La conquista de su autonomía en 1929 y la obtención de la libertad de cátedra en 1934 han sido dos puntales que al paso de los años han permitido no solo que su vida interna sea de estabilidad, participación y entendimiento entre todas y todos los universitarios, sino que la pluralidad de voces docentes, administrativas y de autoridad provengan de todos los sectores de la sociedad.
Sin temor a equivocarme, puedo decir que no existe ente universitario más plural, diverso e incluyente que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), siendo sus aulas y laboratorios los lugares donde conviven las y los hijos del más modesto carpintero y también los del más próspero empresario.
Ese entreveramiento social no permite que se pueda hablar de una doctrina predominante, ni mucho menos de una ideología única. Sostener lo contrario es desconocer la propia naturaleza de la UNAM y de su comunidad.
En el campus universitario, que no solo se encuentra en la Ciudad de México, sino diseminado por todo el territorio nacional y en nueve países, conviven más de 360 mil estudiantes, más de 41 mil académicos y más de 30 mil trabajadores, cuyas ideas, obras y acciones han permitido que la UNAM se encuentre situada entre las mejores 100 universidades del mundo.
La UNAM es orgullo nacional y es deber de cada uno de nosotros buscar su fortalecimiento y engrandecimiento.
Como dirigente y como legislador no estoy de acuerdo en trastocar su régimen jurídico con base en ocurrencias ni intereses particulares. La UNAM es más grande que cualquiera de nosotros y merece todo nuestro respeto y respaldo.
La historia pone a cada quien en su lugar, y el de la UNAM está entre las instituciones públicas que hacen posible la movilidad social y la superación de desigualdades.
Que quede claro: no existe otra institución pública más generosa con las y los mexicanos de todo el país que la Universidad de la Nación.
*Presidente Nacional del PRI.