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Opinión

Relación entre el hombre y Dios

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 19 diciembre, 2021 - 10:39 a.m.
Relación entre el hombre y Dios

Relación entre el hombre y Dios

Este cuarto domingo de Adviento nos enfrentamos a un tema: “las relaciones”, ¿Cuáles son las justas relaciones entre el hombre y Dios? Una respuesta a este interrogante lo descubrimos en los textos que leemos este fin de semana. Vemos como el profeta Miqueas prepara y anuncia la llegada de un nuevo jefe que viene a pastorear y llenar de paz a su pueblo, una relación basada en la tranquilidad que dará su presencia. Por otro lado, leemos en la carta a los Hebreos, como la salvación es fruto de un acto de obediencia y de la íntima relación de Jesús con el Padre, obediencia y relación a la que estamos llamados a vivir mediante la gracia sacramental, fruto de este acto de amor por parte de Dios hacia nosotros. Lucas, en el Evangelio, nos comparte la escena de la visitación, vemos como la relación afectiva entre María e Isabel es motivo para iniciar una etapa llena de bendiciones, el momento culmen de la revelación que inicia a desvelarse por labios de Isabel. Dichosa la que ha creído y dichoso el que cree en los planes de Dios sobre su vida. 

Vemos como las relaciones de los personajes de la Sagrada Escritura, están basados en gestos de fe e iluminados fuertemente por la experiencia personal que cada uno tiene de Dios. La Sagrada Escritura es la puesta en escena de la experiencia espiritual del hombre de todos los tiempos, que se acerca, se aleja, falla, se levanta y restaura su amistad con Dios en vista de la propia salvación.

En la conversación humana es frecuente escuchar: “Hay que saber relacionarse”. Con ello se quiere decir que es bueno tener muchas relaciones, y sobre todo relaciones con gente interesante. La razón es evidente: así se tiene la posibilidad de que se abran muchas puertas en los diversos ámbitos de la vida humana: político, financiero, social, profesional, educativo, religioso...hoy te quiero invitar a saber relacionarte con personas de extraordinaria influencia: con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; con María santísima, nuestra madre y nuestra reina; con los santos, nuestros hermanos y protectores desde el cielo. Estas relaciones no te dan acceso, claro está, a excelente puesto de trabajo, ni a un negocio redondo. Estas relaciones, más bien ejercen su influjo en tu interior, transformándolo; en tu visión de las cosas y de la vida, haciendo que sea según Dios; en tu relación con los hombres y con las cosas, de forma que esté siempre inspirada por el amor y por el servicio; en tu relación con tu propia historia, convirtiéndola, tal vez, de una historia sin sentido a un sentido con historia

¡Cuántos bienes nos pueden venir, y podemos obtener para los demás, si sabemos relacionarnos con Dios, con la Virgen, con los santos! En el campo de la historia es importante saber relacionarse, ¿no lo va a ser igualmente en el campo del espíritu? Bienaventurados los que saben relacionarse, porque serán como un árbol frondoso que dé frutos en sazón: frutos de bien, de felicidad, de salvación.

Los cristianos vivimos en el mundo, en el reino de la historia, aunque pertenecemos al Reino de Dios. En el reino de la historia cuentan mucho las relaciones humanas, no tenemos por qué despreciarlas. Es importante, por otro lado, no abusar de ellas, poniéndolas al servicio de nuestros intereses egoístas. Hemos de servirnos de ellas para crecer y sumar en nuestra vida valores que nos ayuden a trascender, no a sobrevivir. Hemos de relacionarnos con quienes tienen poder, para que nos ayuden en favor de quienes no sólo no tienen poder, pero ni siquiera alimento, casa, vestido, derechos. Hemos de relacionarnos con los necesitados, para que tomen conciencia de que el Reino de Dios les pertenece y les invita a poner todos los medios para hacer más humana su existencia, más digna, más libre, más feliz. Hay que relacionarse con las fuerzas vivas y poderosas de un pueblo, de una ciudad, de un estado, de un país, para convencerlas, si no lo están todavía, de que son hijos del Reino de Dios en la medida en que utilizan sus fuerzas y su poder en beneficio de los más necesitados. Y una vez convencidos, que pongan manos a la obra. Si todos los cristianos utilizáramos nuestras relaciones para ponerlas al servicio del Reino, seguramente que el mundo caminaría por derroteros más humanos, y más marcados por nuestra fe en Jesús. Jesús entró en contacto con la historia para instaurar el Reino de su Padre. Después de más de 2021 años, ¿qué hacemos nosotros los cristianos? Esto es el Adviento, caminar a Belén buscando relacionarnos con Dios para crecer y con los demás para ayudar. 

Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.

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