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Opinión

“Te basta mi gracia”

P. Noel Lozano
Por P. Noel Lozano - 04 julio, 2021 - 11:52 a.m.
“Te basta mi gracia”

 “Te basta mi gracia”

Hemos ido reflexionando, varios fines de semana, sobre la fuerza y la necesidad de la fe en nuestra vida. Este fin de semana, acapara nuestra atención, las dificultades para creer y la actitud que debemos tomar ante ellas. Los israelitas, a los que dirige su palabra el profeta Ezequiel, dudan de la fidelidad de Dios que les ha abandonado, aparentemente, a su propia suerte en el exilio de Babilonia. Ante esta situación se rebelan y su corazón se endurece para las cosas de Dios. Por otro lado, vemos en el evangelio, como los nazaretanos sufren también una crisis de fe ante Jesús que, por un lado, ha obrado grandes signos y milagros, y, por otro, es uno más entre los habitantes de Nazaret, es “el hijo del carpintero”. Pablo no está exento de dificultades en su fe, pero se mantiene firme porque una voz en su interior le repite: “Te basta mi gracia”, una frase que, en estos tiempos tan retadores, debe resonar en nuestro corazón.

Podemos considerar tres actitudes ante el escándalo de la fe en nuestros tiempos. La primera es la de los israelitas. Es la actitud de rebelión, de obstinación, de dureza de corazón. En lugar de buscar solución a sus dudas sobre la fidelidad de Dios, se aferran a ellas, en ellas se encierran y con ello su corazón se endurece ante la voz de Dios que les llega por el profeta Ezequiel. En lugar de buscar resolver sus dudas de fe, se hunden más en ellas. La segunda actitud es la de los habitantes de Nazaret. Ellos no pueden dudar de los signos y prodigios que ha hecho Jesús en Cafarnaúm y en los pueblos de su alrededor. Pero no pueden creer que un hombre corriente, y de su pueblo, como es Jesús, logre hacer tales cosas. La tercera actitud, muy diversa de las anteriores, es la de Pablo. La experiencia de Damasco ha marcado para siempre su vida. Lo que le pasa tiene que explicarlo desde esa experiencia. Y así, desde esa experiencia de fe, llega a dos conclusiones: Ante las crisis de fe está presente la gracia de Jesús para enfrentarse a ellas con decisión y valentía; y por otro lado nos dirá: en mi debilidad, es donde soy más fuerte, pero no con mi fuerza, sino con la fuerza de Dios.

El creer encuentra dificultades en cualquier época y en cualquier punto de la tierra. ¿Cuáles son las dificultades que hoy encontramos en el camino de fe? Algunas son las de siempre, pues la fe es un don y hay que acogerlo en la oración y con humildad. En nuestros días se han acentuado algunas dificultades. Por ejemplo, el desinterés más o menos marcado por lo que no sea inmediato y aporte algo útil al hombre hoy, aquí y ahora; la excesiva confianza en la razón científica, en prejuicio de la razón filosófica que predispone para la fe; el espíritu relativista dominante, amplios sectores de la sociedad, en los que “Dios” es un punto de vista más, en concurrencia con otros aparentemente más atractivos; no pocas veces se menciona también la imagen de una Iglesia retrógrada, enrocada en el pasado en la propuesta de algunas verdades dogmáticas o morales. Hay todavía quien dice no creer porque la fe no aporta nada y le hace soñar en un mundo inexistente, quitándole energías para trabajar en el mundo en que vive; o quien piensa que la fe es cosa del pasado... sin embargo la fe tiene una actualidad más de lo que podemos imaginar, la fe sigue dando razones y señales válidas para mantener la esperanza en medio de las dificultades de la vida.

Si mil tentaciones no hacen una caída, tampoco mil dificultades hacen una sola duda de fe. No. Las dificultades son oportunidades para fortalecer nuestra fe, si las sabemos afrontar con valentía y con decidida coherencia. ¿Viene una dificultad? Ora, en primer lugar. Luego, crécete ante ella, de manera que te parezca pequeña, aunque sea grande. Piensa también que te va a ayudar a madurar tu fe, porque una virtud no probada siempre será una virtud inmadura. No te olvides, por otra parte, de estar vigilante, porque, si vigilas, la verás venir y buscarás el modo de defenderte y de atacarla. No te olvides tampoco de que no eres el único en tener esa dificultad; de que antes que tú ha habido muchos que la han tenido y la han superado; y de que ahora mismo que tú tienes esa dificultad de fe la están teniendo otros como tú en alguna parte, y están luchando como tú para vencerla.

La prueba de la fe es un momento extraordinario para acrecentarla y consolidarla. Y, ¿por qué no acudir a alguien que te eche una mano, alguien experto en estas cosas de fe, como puede ser un sacerdote amigo, una religiosa que trabaja en tu parroquia, un amigo que ha pasado por tu misma prueba y la ha superado felizmente? Es hermoso sentir la solidaridad, la compañía, el apoyo humano y espiritual de una persona amiga. Y recuerda lo que resonó fuertemente en el corazón de Pablo, cuando las dificultades lo sofocaban, “te basta mi gracia”, que esa voz dulce y a la vez fuerte de Jesús, resuene en tu corazón en estos tiempos de pandemia y espiritualmente retadores.

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