En la cima del Gaisberg, donde las piernas gritan y el aire se niega a colaborar, Isaac del Toro volvió a escribir su nombre con letras contundentes en el mapa del ciclismo mundial. En el Tour de Austria, donde con una escalada milimétrica y un sprint final con piernas fresas, el mexicano ganó la tercera etapa para colocarse en la segunda posición de la clasificación general.
Han pasado unas cuantas semanas desde que acaparó reflectores en Italia, y Del Toro sigue afinando su maquinaria. El joven bajacaliforniano no sólo tiene piernas para subir montañas, sino que ha añadido experiencia para descifrar los secretos del ciclismo. Este viernes, en la exigente subida de 7.5 kilómetros hacia la cima del Gaisberg, a las afueras de Salzburgo, dio una lección de lectura de carrera.
La etapa se definió a 34 kilómetros del final, cuando el pelotón neutralizó a los escapados del día. A partir de ahí, el equipo UAE Team Emirates aplicó una receta conocida: ritmo sostenido, desgaste progresivo y aislamiento de rivales.
Entonces llegó la jugada clave. Andrew August, joven promesa estadounidense del INEOS Grenadiers, lanzó un ataque demoledor a 1.2 kilómetros de la cima. Se veía fuerte. Se veía como el ganador. Pero Isaac lo dejó ir, sin pánico, sabiendo que las carreras se ganan en otro punto. A 200 metros de la meta, Del Toro lanzó su respuesta: un estallido de potencia que no sólo borró la ventaja de August, sino que lo dejó sin capacidad de reacción.
Cruzó la meta como solista con tiempo de 3:39: 27. Con el rostro tenso, pero contento por el triunfo. Isaac del Toro sigue evolucionando su capacidad para manejar los tiempos y rematar.
La victoria, además, lo proyecta directamente al segundo lugar de la general, por detrás de su compañero Felix Grobscharter.