MONCLOVA, COAH.— Lo que parecía una simple transacción de gasolina se convirtió en un verdadero episodio de acción y suspenso digno de una película de bajos presupuestos, pero con un final 'satisfactorio'.
Un despachador de gasolinera terminó con diversas lesiones luego de ser arrastrado por un adolescente de 16 años que, con toda la impunidad del mundo, escapó sin pagar el combustible que cargó a su camioneta.
Los hechos ocurrieron en la gasolinera de la Zona Centro, sobre la avenida Constitución, cerca del cruce con la calle Allende.
Ahí, un joven de 16 años llegó a llenar el tanque de su camioneta Chevrolet Silverado blanca. Después de llenar el vehículo con más de dos mil pesos de gasolina, decidió, muy astutamente, pisar el acelerador y huir sin pagar, sin importarle al pobre despachador.
José Luis Guel Medrano, de 45 años y vecino de la calle Guillermo Prieto, número 398, en la colonia Libertad, decidió no ser tan complaciente y fue tras el adolescente en su intento desesperado por recuperar el dinero.
En una escena que bien podría haber sido parte de una película de acción de bajo presupuesto, Guel Medrano se 'enganchó' a la camioneta al abrir la puerta del conductor mientras esta avanzaba. Y claro, los inevitables resultados de semejante maniobra incluyeron al despachador siendo arrastrado varios metros, pero no se preocupen, todo fue registrado por las cámaras de seguridad de la gasolinera. Un gran testimonio de la imprudencia y el coraje de un hombre enfrentando lo que no le correspondía.
Lo que no se esperaba el joven ladrón (o 'ladrón en proceso de profesionalización') es que un buen samaritano que estaba esperando su turno para surtir gasolina no dudó en hacer justicia por su propia mano.
Este hombre, con la lógica de un héroe moderno, se lanzó detrás de la camioneta y no paró hasta dar aviso a las autoridades, facilitando la captura del responsable.
El adolescente, tras eludir la captura inicial, se atrincheró en su domicilio en la colonia Guadalupe. Sin embargo, su abuelo salió a dar la cara, no solo por su nieto, sino por los actos 'erráticos' que se estaban llevando a cabo.
La policía, ante tal situación, aseguró la camioneta, y el abuelo se hizo cargo del pago del combustible, además de comprometerse a responder por las lesiones que sufrió el despachador, quien intentó, en un ataque de nobleza, evitar que al menos no le descontaran el dinero de su jornada laboral.
Al final, el abuelo del imprudente adolescente respondió por los actos de su nieto y, por supuesto, el despachador no solo tuvo que lidiar con las lesiones, sino con la amarga experiencia de ver cómo un simple día de trabajo se convertía en una auténtica montaña rusa de emociones.
