A los meses, Barbora tuvo otra “brillante” idea: sugirió comprar una cámara de vigilancia como los que se usan para monitorear a los bebés, para instalarla en el sótano. El objetivo -además de tener siempre bajo control a las criaturas-, era que cuando una de ellas bajase a torturarlos, las otras pudieran disfrutar del espectáculo aun si estaban ocupadas con los quehaceres del hogar.
Las torturas a Ondrej y Jakub continuaron hasta que el 10 de mayo de 2007 ocurrió un milagro: uno de los vecinos del pueblo instaló un monitor de vigilancia en su casa para su bebé, monitor que pudo captar también la imagen que recogía la cámara de Klara.